Sábado,
25 de agosto de 2018.
A
271 días…
LA GRAN SIESTA DE ÁNGEL.
LA FIESTA DE FINAL DE TEMPORADA
EN “BAHÍA DE LA LUZ”.
Durante
tiempo recordaremos el “siestón” que nos regaló Ángel. Volvimos de la
playa con el mismo andar cansino y con los mismos deseos de recibir cuanto
antes una reparadora ducha y una buena comida. En el camino, Ángel se nos quedó dormido en el
carrito. Todos pensamos que solo aguantaría unos minutos en los brazos de
Morfeo. Y he aquí que nos equivocamos todos, los padres, los abuelos y los
demás familiares vecinos. Mientras el Ángel dormía, decidimos cumplir con
el obligado precepto de la ducha, esperando
nos diera tiempo a todos a recibir el refrescante “maná” líquido. Y así fue,
nos refrescamos a gusto y sin prisas. Primera tarea cumplida. Con miradas de
complicidad y alevosía, decidimos comer antes de que se despertara el pequeño ángel. Si hacer ruido montamos la
mesa y a la tarea de cumplir con la necesaria prescripción de alimentarnos, y
bien que lo hicimos. Un bacalao en salsa, exquisito; una completa ensaladilla
rusa; una refrescante ensalada, un rico gazpacho y un dulce melón compusieron el
veraniego menú que degustamos sin protestar, mientras el pequeño seguía
abducido por el gratificante sueño. Recogimos la mesa sin más y como veíamos
que el pequeño seguía empeñado en su impasible dormir, nos sentamos a ver la
tele. Las mujeres, más sabias que nosotros, desaparecieron súbitamente para
descabezar una siesta. Ángel, padre, y
yo nos quedamos de vigilantes del menor. Pasaron minutos y minutos hasta
completar un periodo cercano a las tres horas antes de que el Ángel diera
señales de vida, como era lógico, con ganas de “chufleo” para bien de todos
nosotros.
¡Qué bien, si el pequeño fuera adquiriendo
tantas “buenas costumbres” en el comer y en el dormir! Para alegría de sus
padres y menos agobios de los abuelos.
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En la segunda parte de la glosa o reseña
del día, de este intrascendente anuario, toca LA FIESTA DE FINAL DE TEMPORADA
EN “BAHÍA DE LA LUZ”.
Las fiestas de despedidas o final de ciclo en cualquier actividad,
siempre vienen marcadas por sentimientos afectivos de alegría o de pena. De
alegría cuando le precede un esperado periodo vacacional o de pena, cuando le
sigue un periodo ocupacional. La que nos ocupa lleva implícita
el final de las vacaciones para muchos y la inminente vuelta al trabajo cotidiano, con los correspondientes agravios
post-vacacionales.
La nuestra, la de “Bahía de la Luz”, se
celebra casi siempre, el último sábado de agosto. Llevamos celebrándola una
quincena de años. Casi siempre asistimos los mismos vecinos, con ausencias
contadas, por motivos justificados. Pocos son los nuevos vecinos que se
incorporan y pocos los que se borran definitivamente de la misma después de
haberla probado.
La comida es aportada por los vecinos que
no escatiman arte culinario en la elaboración de muchos de los platos. Las
croquetas de Marina, las carnes mechada de Pepa, el ajo blanco cordobés, los
platos de Espe, las tortillas de patatas, las empanadas caseras, las pisas para
los jóvenes, los sandwich, la variedad de ensaladas y ensaladillas, los
langostinos, y algún especial plato que se sale de la normalidad, completan un
abundante y variado menú, siempre celebrado por los asistentes. A lo anterior
siempre hay que añadir los postres dulces, entre los que destacan las
magdalenas blancas y de chocolate de El Viso y las tartas de manzana o de otras frutas de Nieves. La
comunidad corre con los gastos de bebidas, aprobados en Junta General de
Socios.
Cada año, para evitar abusos y quejas, se
celebra en una de las dos diferentes entradas en el bloque (Sur o norte) Este
año tocó en la norte.
No entendemos las ausencias de vecinos
antiguos al negarse a vivir, una vez
al año, una grata jornada de convivencia festiva, y, mucho menos, que algunos
de ellos, con nocturnidad y alevosía, llamen a la policía local cuando nos
pasamos algo en los decibelios de la música, en las charlas y en los horarios
de tiempo.
Felicitaciones a los artífices de que esta
celebración continúe, en especial a los “Javieres”, el de Pepa y el de los
“trillis”.
Postdata: Como en años
anteriores, a causa del peso y paso de
los años, me retiré antes de tiempo y no pude reírme con las ocurrencias de
Marina y Antonino, con las series televisivas de animales, con la inexistencias
de “bidé” en los hoteles, con la ausencia de olores femeninos y con los
diferenciados conceptos de limpieza y suciedad de la querida pareja.
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