EL
VENDEDOR DE CAPRICHOS
Por la tierra yo ando
vendiendo
caprichos,
si
alguno los quiere
que
venga a pedirlos,
que
me quedan muchos,
y
son baratitos.
Los tengo bien grande,
también,
pequeñitos,
que
duran y duran,
o
sólo, un ratito.
No
preguntes precio,
si
eres pobrecito,
yo
te los regalo
a
cambio de un guiño.
Si
tienes dinero,
no
cuentes conmigo,
que
ya muchos tienes,
allá
en tu castillo.
Yo vendo, no compro,
caprichos,
caprichos,
a
la dama tonta,
a
los presumidos,
al
que mucho come,
a
los más borricos,
al
viejo sesudo,
al
inquieto niño,
y
a todo el que quiera
subir
un poquillo,
en
la escala boba
de
los jefecillos.
Yo
no tengo tienda,
ni
escaparatitos,
ni
hago rebajas,
los
precios son fijos,
a
cuesta yo llevo,
todos
los caprichos,
los
llevo guardados
en
mi gran bolsillo,
que
siempre está roto,
con
agujeritos,
para
que se salgan,
muy
poco a poquito,
y
aquel que lo encuentre,
que
quede tranquilo,
y
que lo disfrute
como
un gran amigo.
La vida es muy corta,
cómprame
un capricho,
que
tal vez mañana,
estés
en el nicho,
criando
malvalocas
y
no por gustito.
Cómprame
uno sólo,
este
pequeñito,
verás
que bien sabe
dentro
de un ratito,
disfruta
con él,
que
viene el destino,
con
cara de palo,
con
malos instinto,
a
robarte presto
tu
hermoso capricho.
No vendo refranes,
ni
cuentos, ni dichos,
yo
vendo, contento,
miles
de caprichos,
para
hacer feliz
al
hombre sencillo,
que
gasta su vida,
dándole
al martillo,
trabajando
duro
para
unos litillos,
que
gozan felices
de
grandes caprichos.
Yo
vendo y consumo
pequeños
caprichos,
como
aquel poeta,
soñador
y rico
en
bellas palabras,
en
hermosos libros,
en
cálidas rimas
de
versos sencillos,
que
a mí, pobre humano,
me
enseñó el camino,
el
mejor capricho,
de
escribir en versos,
con
mi propio estilo,
la
vida que bulle
por
todos los sitios,
sin
pensar en premio,
ni
caro castigo.
¡Sólo
porque quiero,
por
puro capricho!
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