viernes, 29 de noviembre de 2013

a GLORIA FUERTE

2.         A TU VOZ

     Tenías la voz cascada,
de tanto recitar versos;
castizo, señero y grave,
era tu deje, tu acento,
voz de ronca caricia,
para narrar cuentos tiernos.

     Tenías la voz herida,
por ser juglar de este tiempo,
de ronroneos de mar
y de quejíos sureños,
con el sonar diferente,
de los viejos sonajeros
y el cadencioso vibrar,
del rasgueo y del gorjeo.

     Tenías la voz quebrada,
de tanto recitar versos,
a los niños y a los grandes,
que al lado de ti, crecieron,
libando tu fantasía,
tus quimeras y tu verbo. 


3.        A TU GRACIA Y TU SALERO

     ¡Mira que tenían gracia,
tus chascarrillos, tus cuentos,
tus palabras dislocadas,
tus magas y tus camellos!

     ¡Mira que tenían chispa,
La poeta y el poeto,
y Doña Pito Piturra,
mira que tenían salero!

     ¡Mira tú, que no te ríes,
que mala cara te veo!
Yo te voy a regalar,
unos poquitos de versos,
de la Fuerte, Doña Gloria,
la “seño” que cuenta cuentos,
la niña la modistilla,
la hija del señor portero,
que puso patas arriba,
al Lavapiés madrileño,
con su chispa chispeante
y la sal, de su salero.

     ¡Mira que tenían chispa,
mira, que tenían salero,
los poemas de la Gloria,
que Dios la tenga en su cielo!

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