2.
A TU VOZ
Tenías la voz cascada,
de tanto recitar versos;
castizo, señero y
grave,
era tu deje, tu acento,
voz de ronca caricia,
para narrar cuentos tiernos.
Tenías la voz herida,
por ser juglar de este
tiempo,
de ronroneos de mar
y de quejíos sureños,
con el sonar diferente,
de los viejos sonajeros
y el cadencioso vibrar,
del rasgueo y del
gorjeo.
Tenías la voz quebrada,
de tanto recitar versos,
a los niños y a los
grandes,
que al lado de ti, crecieron,
libando tu fantasía,
tus quimeras y tu
verbo.
3. A TU GRACIA Y TU SALERO
¡Mira que tenían gracia,
tus chascarrillos, tus
cuentos,
tus palabras dislocadas,
tus magas y tus
camellos!
¡Mira que tenían chispa,
La poeta y el poeto,
y Doña Pito Piturra,
mira que tenían salero!
¡Mira tú, que no te ríes,
que mala cara te veo!
Yo te voy a regalar,
unos poquitos de
versos,
de la Fuerte , Doña Gloria,
la “seño” que cuenta
cuentos,
la niña la modistilla,
la hija del señor
portero,
que puso patas arriba,
al Lavapiés madrileño,
con su chispa
chispeante
y la sal, de su salero.
¡Mira que tenían chispa,
mira, que tenían
salero,
los poemas de la Gloria ,
que Dios la tenga en su
cielo!
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