domingo, 3 de abril de 2011

Melilla

Si tú quisieras, Melilla,
desposarte con mis versos,
sería feliz poeta,
hombre, padre satisfecho,
agradecida criatura,
rebosante de contento,
y buscaría en tu mar,
en tu tierra o en tu cielo,
lugar para celebrar
tan hermoso casamiento.
Invitaría a la boda,
sin ponerles ningún pero,
a todos tus moradores,
nativos o forasteros.
Prepararía, con gusto,
un ágape muy selecto,
una grata ceremonia,
inolvidables festejos,
y para dejar constancia
de este singular evento,
buscaría por el mundo,
al más grande reportero,
a los mejores fotógrafos
y al inventor de los sueños.
Publicaría bello libro,
con fotos del himeneo,
con cromos y estampas tuyas
y de mis queridos versos.
Haría miles de copias,
para dar como recuerdo,
a todos los asistentes
a tan bello casamiento.
Y tú serías, Melilla,
a partir de ese momento,
mi gran reina, mi gran musa,
mi inspiración y mi ingenio,
mi amante, mi poesía,
culpable de un nuevo verbo.

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