martes, 23 de diciembre de 2025

BIOGRAFÍA NOSTÁLGICA DE LA CIUDAD DONDE NACIMOS, MELILLA, LUGARES Y PERSONAJES


RAZÓN CUARTA

4.- Una fiesta: LA DEL 8 DE SEPTIEMBRE   ( II )

El estío se nos acababa igual que las vacaciones y lo hacían con estas hermosas fiestas; disfrutando desde muy corta edad no sólo de ellas, sino de todos los encantos de su preparación. Un día cualquiera de agosto aparecían los empleados municipales para marcar con cal en el suelo los espacios que iban a ocupar las casetas de todo tipo, de las que hablaré con mas detalles en el transcurso de este apartado, los lugares donde se instalarían los postes que soportarían las guirnaldas de luces, la ubicación de los puestos de tiro, de las atracciones, de las tómbolas...Los juegos nuestros se interrumpían y seguíamos con verdadera curiosidad su trabajo. Ya faltaban menos días.


        En la plaza de España se instalaban los cacharritos, en tanto que nuestra calle albergaba las casetas, los bares y los cafetines, a excepción de la caseta municipal, que siempre se ubicó en la zona del Parque Hernández más próxima a nuestra casa, la de los “Patos”. Con el paso de los años y dentro del parque también fueron instalándose grandes casetas, principalmente destinadas a la tropa y a los diferentes ejércitos de la ciudad, llegándose a ocupar el mismo casi en su totalidad.

                                                  Calle Teniente C
oronel Seguí
    La marcha de nuestra vida se alteraba, o mejor escrito, se veía envuelta en su seguimiento con la más absoluta normalidad. Con el terreno ya marcado, comenzaban a llegar a nuestra calle, empezando por la parte más cercana a la plaza de España, donde se instalaban las casetas de mayor ambiente, las de los estudiantes, entre las que destacaba la titulada como “La Casa de la Troya” y de otras asociaciones igual de animadas en estas fiestas, toda clase de materiales para su construcción. Los ladrillos, la arena, el cemento y otros empezaban a ocupar la calzada, el tráfico se ralentizaba o se hacía exclusivo para estos menesteres; los muretes y tapiales de cerramiento, respondiendo a diseños variados y artísticos, se iban levantando a un buen ritmo, mientras que en su interior se trabajaba en los mostradores y en la ejecución de los servicios y pequeño local de almacenamiento. Estas eran las casetas de mampostería, que eran la mayoría y que se levantaban en las dos aceras, llegando cuando la feria era excelente, casi a la esquina de la agencia Minerva, que era donde se bifurcaba nuestra calle tomando la dirección hacía el puesto de Socorro y el puente que conocíamos como del Mineral. Luego venían los bares, separados y cubiertos por toldos, soportados por una estructura de palos en principio y metálico con el paso de los años. Dando paso finalmente a los que llamábamos cafetines, donde entraban en su construcción unos nuevos elementos de uso como era el de las ramas de palmeras y las celosías de madera.

   Los palos de la luz se iban levantando de tramo en tramo y a una altura considerable para nuestra observación se tiraban alambres que luego soportarían las guirnaldas con distintos dibujos cada año. El paisaje comenzaba a alterarse en las alturas y cuando mirabas hacia el final o principio de la calle, según el lugar en que hicieras este ejercicio visual, un auténtico puente elevado o techo original y diferente, que cuando contaba con la multitud de bombillas multicolores y éstas se encendían, daba cobijo a los paseantes. Era como una clase práctica de perspectiva, donde en la lejanía estas guirnaldas parecían hacerse más pequeñas y tendían a encontrarse.


No hay comentarios:

Publicar un comentario