TERCERA RAZÓN
3.- Un poeta: MIGUEL FERNÁNDEZ
No perdí nunca el contacto con mi ciudad y por la prensa local tengo noticias de ella, aun estando ya destinado en la península, en un casi destierro por las cercanías de la Alcarria, tan célebremente cantada y contada por Camilo José Cela, en un pueblecito de unas 250 almas, Peralveche, cuyo topónimo responde al significado de piedras de luz. Allí, entre sus escasos moradores y que quizás haya dejado de existir como pueblo en la actualidad, supe que le fuera concedido en el año 1966 uno de los premios más prestigiosos de poesía y al que aspiran, sobre todos los jóvenes poetas, como lo es el Adonais, por su obra “Sagrada Materia”.
Once años más tardes, en 1977, obtenía el Premio Nacional de Literatura en reconocimiento a su obra, a sus trabajos literarios, publicados desde su juventud y te sientes feliz porque un paisano tuyo recibe tal galardón, ¿Qué no sentiría él? Ya habían salido a la luz obras suyas como “Juicio Final” en 1969, “Monodía” en 1974 y “Atentado Celeste” y “Eros y Anteros”, que obtuvo el Premio Álamo, en 1975. El mismo año que obtuvo el Premio Nacional era publicada su obra “Entretierras”.
Miguel Fernández tuvo la fortuna de ser profeta en
su tierra, allí realiza su trabajo en una entidad bancaria de la ciudad y puede
parecer hasta extraño que de un hombre dedicado permanentemente a una actividad
relacionada con los números, con sus operaciones, con lo puramente material,
puedan surgir como contrapunto y contraste, tantas ensoñaciones, tal cúmulo de
manifestaciones líricas, tan colosal manejo del verso. Por eso no es de
extrañar que en el año 1982, por su obra “Discurso sobre el Páramo” el
Ayuntamiento melillense le conceda el Premio Internacional de Poesía Ciudad de
Melilla y que recibiera la notable distinción de ser nombrado Hijo Predilecto
de Melilla.
El reconocimiento a su obra se ve también reafirmado cuando es nombrado Académico de Bellas Artes de San Fernando o de la Academia Europea de Ciencias, Artes y Letras de París o cuando recibe el título de Comendador de la Orden de África.
Un triste 5 de marzo, el de 1993, nos abandona
físicamente; pero nos deja su excelente obra y el grato recuerdo para los que
tuvieron la dicha de conocerlo, como poeta y como hombre, y el Ayuntamiento
aprueba dar su nombre a una calle para perpetuarlo en el barrio de Ataque Seco,
junto a nombres tan ilustres como el Director de la Real Real Academia
Española, Dámaso Alonso, a nuestro apreciado sevillano Antonio Machado que tan
magistralmente canto a Castilla, al malagueño Emilio Prados, al vilmente
asesinado en plena juventud Federico García Lorca, al guipuzcoano Gabriel
Celaya, al cántabro Gerardo Diego, al castellano Jorge Guillén, al ilustre
onubense creador de “Platero” Juan Ramón Jiménez, al bohemio León Felipe, al
otro sevillano célebre de la poesía Luis Cernuda, al pastor y jornalero Miguel
Hernández, al chileno Pablo Neruda, al madrileño Pedro Salinas, al eterno
luchador en vida Rafael Alberti, al nicaragüense Rubén Darío, al Nóbel sevillano
Vicente Aleixandre, entre otros.
Bueno sería que los cronistas de la ciudad con el apoyo de las instituciones dieran a conocer a todos los melillenses y a los que son amantes de las artes, la biografía de este paisano ilustre; así como de una antología de su producción literaria. Ahí queda el reto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario