sábado, 20 de diciembre de 2025

BIOGRAFÍA NOSTÁLGICA DE LA CIUDAD DONDE NACIMOS, MELILLA, LUGARES Y PERSONAJES

TERCERA RAZÓN

3.-  Un poeta: MIGUEL FERNÁNDEZ


    No tuve la dicha de conocer personalmente al excelente poeta melillense Miguel Fernández González, tan sólo como suele decirse “de vista”, y en este caso también “de oído” a través de buenos amigos comunes.

 El hecho de haber nacido y vivido en un hogar próximo del mío, en el número 11 de la calle General Mola, continuación de la nuestra, Teniente Coronel Seguí y de llevarme con él tan sólo ocho años, seguro que hizo posible algunos encuentros que desafortunadamente no recuerdo y sobre todo, ellos pudieron producirse, porque su calle era lugar escogido para muchos de nuestros juegos y además, de visita obligada, ya que en sus comienzos se encontraba el quiosco de María, surtidora especial de nuestras golosinas y tebeos.

 Seguro que mis hermanos mayores, Ángel y Domingo, sí que tuvieron alguna relación infantil con él.

 Sin embargo, por ser amante de lo cultural y en especial de la lectura, sí tuve permanente conocimiento de su actividad creativa, literaria en su caso, como la tuve de otros tantos melillenses, aun sin conocerlos, que destacaron en ella.

 Del conocido “Grupo de Melilla” de poetas de nuestra ciudad, quién puede preciarse de ser buen melillense y no conocer o no haber oído hablar, a través de sus obras, de sus encuentros, de la publicación de sus escritos, de hombres y nombres como los Jacinto López Gorgé, del notable periodista Pío Gómez Niza, con cuyo hermano Onofre sí tuvimos alguna relación, de Francisco Salgueiro o del célebre, por sus trabajos en televisión, Juan Guerrero Zamora...

    De su extraordinaria labor poética tuvimos fiel noticia por medio de dos amigos comunes, de nuestro admirado Eduardo Morillas, el pintor de Melilla, contertulio habitual en unión de otros tantos artistas locales de él y por medio también de Rafael Imbroda, nuestro apreciado Falo, ya que su esposa e igualmente amiga y compañera de profesión, Encarnita León, siguió sus mismos pasos poéticos y pertenecía últimamente a su grupo literario.


        Detrás de su aparente seriedad, que por no haber tenido trato con él desconozco si respondería a la realidad, de esa mirada fija a través de sus permanentes gafas, siempre tuve la impresión que se escondía un hombre soñador, algo tímido y sin embargo, excelente comunicador de sus pensamientos y sentimientos por medio de su herramienta preferida, la palabra convertida en verso. No conocí su primer poema “Ofelia”, publicado en 1949, poema de juventud; pues yo, con mis diez añitos recién estrenados, seguro que estaba más pendiente de mi examen de ingreso en el bachillerato y de las aventuras del Guerrero del Antifaz o de Roberto Alcázar y Pedrín.


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