Con el primer equipo formal que participé en
competición fue con el del Instituto en los juegos escolares de Melilla,
guardando en uno de mis álbumes de fotografías una del equipo en la que me
encuentro en un extremo y de pie, junto a Mohamed, Jaén y Tirado; en tanto que
agachados están Obreo, Sánchez Pérez y Urieta que completan el mismo.
Seguramente era de cuando estábamos en sexto curso, ya que nos cogió el cambio
en la enseñanza que trajo consigo la supresión del séptimo curso y del Examen
de Estado, pomposo nombre éste, y se implantaron las dos reválidas, las del
bachillerato elemental al aprobar cuarto curso y la del superior cuando se
superaba el sexto.
No sé la razón, aunque pudo ser por aquello de ser aprendiz de todo y maestro de nada en nuestra relación con el ejercicio directo de los deportes que allí se practicaban principalmente, lo que equivalía sin eufemismos de ninguna clase y sin dichos populares por medio a ser del montón y no destacar en ninguno de ellos, dirigimos nuestros pasos posteriormente por otros derroteros ligados, por supuesto, también al deporte, como fueron las facetas de entrenador y del arbitraje, donde se puso de manifiesto un cierto masoquismo por nuestra parte y además desde muy joven.
No sabría decir tampoco cómo ocurrió esto; lo cierto es que nos vimos con muy pocos años con un silbato en la boca y tratando de ser justos siempre en nuestras decisiones, por nuestra forma de ser. Que lo consiguiéramos o no, esa era otra historia.
Llegamos a hacer los cursos pertinentes para obtener los carnés oportunos desde abajo y llegué a formar con mi hermano mellizo una buena y muy compenetrada pareja, ya que nos entendíamos a la perfección. Con el transcurrir de los años, superando las pruebas exigidas y con una práctica abundante, conseguimos el carné nacional de máxima categoría, el de primera, por aquellos años en que el baloncesto melillense era dirigido con una entrega magistral por Guillermo García Pezzi.
Muchos fueron los encuentros arbitrados en nuestra
Melilla y de todas las categorías: escolares, de los campeonatos locales
organizados por
En el balonvolea el otro camino seguido fue el de
los entrenadores, también con los consiguientes cursos de formación, los
primeros en la misma ciudad y el último en Madrid, durante casi un mes, con
residencia en el Albergue de
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