OSCURIDADES DE DOLOR Y MUERTE (9)
Se arrodilla suplicante,
llora como plañidera,
abrazado a sus rodillas,
al juglar pide clemencia,
que ya es grande su condena,
que lejos de concederla,
coge el trovador del suelo,
candelabro que aquel deja
y con el más brutal golpe
destrózale la cabeza,
deseando en su locura
que sus almas vayan prestas
al peor de los infiernos
como de verdad, condena.
Un grito desesperado
óyese en la fortaleza,
saliendo de las entrañas
de aquella bendita iglesia,
que en alba, cosa asaz extraña,
aún no se abrieron sus puertas,
sonando las campanadas
con toques de gran tristeza,
con sones, que al que ello escucha
huelen a muerte bien cierta.
llora como plañidera,
abrazado a sus rodillas,
al juglar pide clemencia,
que ya es grande su condena,
que lejos de concederla,
coge el trovador del suelo,
candelabro que aquel deja
y con el más brutal golpe
destrózale la cabeza,
deseando en su locura
que sus almas vayan prestas
al peor de los infiernos
como de verdad, condena.
Un grito desesperado
óyese en la fortaleza,
saliendo de las entrañas
de aquella bendita iglesia,
que en alba, cosa asaz extraña,
aún no se abrieron sus puertas,
sonando las campanadas
con toques de gran tristeza,
con sones, que al que ello escucha
huelen a muerte bien cierta.
en
suyo atrio, se congregan,
ignoran que está pasando
y aporrean la grande puerta,
para despertar al fraile
si fuera caso que aún durmiera,
o si tocara campana,
aquellos golpes oyera,
no encontrando en su quehacer
la más mínima respuesta.
ignoran que está pasando
y aporrean la grande puerta,
para despertar al fraile
si fuera caso que aún durmiera,
o si tocara campana,
aquellos golpes oyera,
no encontrando en su quehacer
la más mínima respuesta.
Costa Ballena, 11 de Agosto de 2025
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