OSCURIDADES DE DOLOR Y MUERTE (8)
El trovador enloquece
al presenciar esta escena,
gritando como un poseso,
abre de empujón la puerta
y sin soltar la lanza
en la tosca pieza, él entra,
mirando con grande rabia
a aquel ser que mucho tiembla.
al presenciar esta escena,
gritando como un poseso,
abre de empujón la puerta
y sin soltar la lanza
en la tosca pieza, él entra,
mirando con grande rabia
a aquel ser que mucho tiembla.
cuando
sus ojos comprueban
que es su amada quien reposa
sobre aquella enorme mesa,
que su cuerpo no se mueve,
que muerte en su rostro lleva,
acercándose con lágrimas,
con mucho ahogo, a ella,
para poder confirmar
lo que con dolor temiera;
su rabia se torna en llanto,
con desgarro de honda pena,
abrazando al ser que quiere,
lo que el bellaco aprovecha
para aprisa, de allí huir,
a pesar de su cojera.
Vuélvese con gran premura
el juglar, con tal presteza,
que antes de dejar la sala
una lanzada le asesta
que le parte el corazón,
como si de papel fuera,
rebotando aquel deforme
cuerpo, que sin vida queda.
Alterado por los ruidos
que llegan hasta su celda,
el otro fraile, que es cómplice
de aquel otro que asaz cojea,
presto va hacia la cripta,
bajando por su escalera,
va con candelabro en mano
y con gran temblor en sus piernas;
temblor que pronto le alcanza
desde el talón a la mollera,
al ver reguero de sangre
a la entrada de la puerta,
que no se atreve a cruzar
por si con Satán se encuentra.
Un ruido oye a sus espaldas
y cuando gira su cabeza,
se da de cara, con aquel
trovador, que historias cuenta,
cuya mirada de lobo
a toda su sangre, la hiela,
porque sabe bien el fraile
del rapto de la doncella,
de sábanas que entregara
y que amortajada fuera,
a quien entregó las llaves
para soltar sus cadenas
y que quiere recibir
parte de la recompensa.
que es su amada quien reposa
sobre aquella enorme mesa,
que su cuerpo no se mueve,
que muerte en su rostro lleva,
acercándose con lágrimas,
con mucho ahogo, a ella,
para poder confirmar
lo que con dolor temiera;
su rabia se torna en llanto,
con desgarro de honda pena,
abrazando al ser que quiere,
lo que el bellaco aprovecha
para aprisa, de allí huir,
a pesar de su cojera.
Vuélvese con gran premura
el juglar, con tal presteza,
que antes de dejar la sala
una lanzada le asesta
que le parte el corazón,
como si de papel fuera,
rebotando aquel deforme
cuerpo, que sin vida queda.
Alterado por los ruidos
que llegan hasta su celda,
el otro fraile, que es cómplice
de aquel otro que asaz cojea,
presto va hacia la cripta,
bajando por su escalera,
va con candelabro en mano
y con gran temblor en sus piernas;
temblor que pronto le alcanza
desde el talón a la mollera,
al ver reguero de sangre
a la entrada de la puerta,
que no se atreve a cruzar
por si con Satán se encuentra.
Un ruido oye a sus espaldas
y cuando gira su cabeza,
se da de cara, con aquel
trovador, que historias cuenta,
cuya mirada de lobo
a toda su sangre, la hiela,
porque sabe bien el fraile
del rapto de la doncella,
de sábanas que entregara
y que amortajada fuera,
a quien entregó las llaves
para soltar sus cadenas
y que quiere recibir
parte de la recompensa.
Costa Ballena, 10 de Agosto de 2025
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