EL OTRO PEQUEÑO BORJA
(IV) La tristeza del juglar al que le roban en un mercadillo la cartera donde guardaba manuscrito que contenía este relato sobre el destierro del Cid Campeador y su encuentro con Jalamandrú, que incluía el compromiso por este guerrero de encontrar a la madre de Borja.Sale con toda su tropa
Cuando
el amanecer llega,
con la luz tenue del alba
que inmensa vida despierta,
no tiene fijo su rumbo,
tan sólo una cosa anhela,
que tierra reconquistada
al rey ingrato se la entrega,
devolviendo bien por mal,
que su conducta es esa.
Marcha tranquila la tropa
con el Cid a la cabeza,
a la sombra del Moluengo,
de Rubial, que es una Sierra,
en vaguada peligrosa,
crítica emboscada encuentran,
sarracenos bien armados
ponen su valor a prueba,
contando la morería
con su ataque por sorpresa,
aunque ignorando infinito
a las huestes que se enfrentan.
El caballero cristiano,
al que nadie le amedrenta,
en menos que canta un gallo
monta rápida estrategia.
Todo esto iba yo escribiendo
y guardando en la cartera
de piel, que me regalara
una linda mesonera,
que en noche triste y muy aciaga
se apiadó de mis miserias,
dándome cobijo grato
a cambio de dulces poemas.
Mas, desgraciado de mí,
qué pronto mi dicha vuela,
cuando tengo terminada
por escrito la historieta,
avispado ladronzuelo
róbamela en noche negra,
creyendo que la cartera
en la que grabé nombre mío
como si tesoro fuera
en una de sus esquinas
con oxidada tijera,
Torcuato de Pinogrande,
hijo de Matalacuerna,
contiene mayor riqueza,
joyas o maravedíes
o cualquier otra lindeza.
Seguro decepcionado
al sólo encontrar mis letras,
escritas en mil vigilias
en hojas amarillentas,
que las arrojaría al río,
vendiendo luego la cartera
por poco más de tres cuartos
que cualquiera se los diera.
Quédeme pues compungido,
sin romance ni sin ella,
aquel que yo oí a juglar
en la Mayor de Godella.
con la luz tenue del alba
que inmensa vida despierta,
no tiene fijo su rumbo,
tan sólo una cosa anhela,
que tierra reconquistada
al rey ingrato se la entrega,
devolviendo bien por mal,
que su conducta es esa.
Marcha tranquila la tropa
con el Cid a la cabeza,
a la sombra del Moluengo,
de Rubial, que es una Sierra,
en vaguada peligrosa,
crítica emboscada encuentran,
sarracenos bien armados
ponen su valor a prueba,
contando la morería
con su ataque por sorpresa,
aunque ignorando infinito
a las huestes que se enfrentan.
El caballero cristiano,
al que nadie le amedrenta,
en menos que canta un gallo
monta rápida estrategia.
Todo esto iba yo escribiendo
y guardando en la cartera
de piel, que me regalara
una linda mesonera,
que en noche triste y muy aciaga
se apiadó de mis miserias,
dándome cobijo grato
a cambio de dulces poemas.
Mas, desgraciado de mí,
qué pronto mi dicha vuela,
cuando tengo terminada
por escrito la historieta,
avispado ladronzuelo
róbamela en noche negra,
creyendo que la cartera
en la que grabé nombre mío
como si tesoro fuera
en una de sus esquinas
con oxidada tijera,
Torcuato de Pinogrande,
hijo de Matalacuerna,
contiene mayor riqueza,
joyas o maravedíes
o cualquier otra lindeza.
Seguro decepcionado
al sólo encontrar mis letras,
escritas en mil vigilias
en hojas amarillentas,
que las arrojaría al río,
vendiendo luego la cartera
por poco más de tres cuartos
que cualquiera se los diera.
Quédeme pues compungido,
sin romance ni sin ella,
aquel que yo oí a juglar
en la Mayor de Godella.
Costa Ballena, 13 de Julio de 2025
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