domingo, 2 de marzo de 2025

GRATO RECUERDO DE UNA ADOPCIÓN


1  .-  INTRODUCCIÓN

                    El mes de marzo siempre ha sido uno de los favoritos del año por nuestra parte, quizàs por aquello de haber venido al mundo en él y por las celebraciones que hemos disfrutado a lo largo de toda nuestra vida o por el hecho de existir muchos "José y Josefa" en la familia, cuyo Santo varón José, aunque fuera apartado del calendario laboral como festivo, no dejó de ser día de celebración por nosotros y por todos que llevan su nombre, y que sigue estando en el mes de marzo. Pues bien, a esto tenemos que añadir que ayer, día 1 de Marzo, se cumplieron justamente diez años de que fuéramos, los hermanos Calabuig, adoptados como hijos de El Viso del Alcor. De ahí que hablemos en estos momentos de este "más que grato acontecimiento", por muchas razones.
                    Recuerdos que afloran con cierta facilidad a pesar de los muchos años que ya vivimos y la memoria presenta bastantes lagunas; seguramente por el hecho de ser agradables todavía existen en ese arcón donde cada cual guarda sus vivencias en forma de recuerdos. Después de deambular durante algunos años, no muchos la verdad sea dicha, incluyendo dos cursos escolares en localidades que no sobrepasaban en mucho los doscientos habitantes y que suponía un cierto destierro por tierras castellanas de la Mancha para nosotros, ya que proveníamos de una ciudad que rondaba los ochenta mil, salvando las distancias, como le ocurriera al Cid, que curiosamente en Castejón de Henares, uno de aquel par de pueblos, existía una casa conocida como la del Campeador porque en ella se alojó en el destierro suyo camino de Valencia. Después de esta aventura o desventura, como cada cual pueda entenderlo, y que nos ayudo a ser más fuertes, creemos, que el azar, el destino, o como se quiera considerar, o la suerte ¿por qué no? nos hizo desembocar en El Viso del Alcor, trasladados desde Sevilla en uno de los autobuses de la Empresa Jiménez y pisamos su suelo por primera vez en la parada cercana del antiguo Bar Chichi, donde recibimos las primeras pruebas de cómo eran los moradores de esta localidad.
                   Éramos dos jóvenes con las maletas llenas de lo indispensable y cargados de inquietudes por lo desconocido y de ilusiones porque aquello era otro mundo y también porque nuestra vocación era firme. 
                   Y la verdad es que no nos equivocamos en nuestro parecer; teniendo la fortuna de ser estupendamente acogidos. Mientras que Clemente se dirigía, siguiendo las indicaciones de uno de los "Chichi", a la pensión de "Lola", yo pronto me busque y encontré la forma de poder desplazarme a Tocina, donde tenía mi destino.


                                               El Viso del Alcor, 2 de Marzo de 2025

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