67 .- ¡ BUENOS DÍAS, MARCELA ! ( I )
( El sueño de ser habitante del mundo )
¡ Buenos días, MARCELA !
Porque te lo decía el viernes pasado, debes saber que a mí eso del Viaje al Espacio, aunque vaya en ese pajarraco metálico un español, no me va. No por otra razón que la de su elevado coste, que destinado a otros menesteres serviría para tapar muchos agujeros y quitar grandes telarañas de miserias en el mundo nuestro de cada día.
Sin embargo, oyendo el otro día a nuestro Pedro Luque, me quedé con una de sus frases, cuando respondía una pregunta tópica y de principiante de la vivida, de un jovencito estudiante de un Instituto, que tenía curiosidad por saber que impresión le había causado al ver la Tierra, nuestro Planeta Azul, desde la nave espacial y a semejante distancia del mismo.
Nuestro astronauta no respondió de inmediato, ni tampoco cuando hablo hizo referencia de su color, contestando que viéndola desde tanta altura y aparentemente más pequeña, se había sentido por unos instantes, habitante del mundo.
Y de esto quiero hoy hablarte, Marcela, dejando a un lado localismos y hasta nacionalismos, que bien sabes que suelo moverme entre ellos, para intentar en esta mañana caminar por los caminos del mundo entero.
Hace unos días que quiero sentirme hermano de los nicaragüenses, hondureños, mexicanos, salvadoreños, guatemaltecos..., y acompañarles en su pesar y en su penar.
No quiero pensar, me niego totalmente, que son pueblos que se hicieron, poniendo nuestro granito en ellos, para sufrir; unas veces por mor de los mismos hombres o por la fuerza de la misma naturaleza, que volviéndose loca, antinatural, siembra muerte, casi siempre entre los más desprotegidos.
Y no quiero pensar esto porque deseo que alguna vez, en el transcurrir de los tiempos - ¡Qué importan los años en la eternidad! -, cambie su negra suerte y por aquellos lares se acabe la interminable nómina de falsos "salvadores", las guerras inventadas por otros, los enfrentamientos fratricidas y la destrucción por parte de la madre naturaleza, que se olvida, como en esta ocasión y como casi siempre, de sus hijos más maltrechos.
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