62 .- ¡ BUENOS DÍAS, MARCELA ! ( II )
( Nunca llueve a gusto de todos )
¡ Buenos días, MARCELA !
Otro día, paseando por los alrededores de su morada y acompañado de uno de los técnicos del municipio, me encontré de nuevo con él y al acercarse a mí, brotó en mi pensamiento un escape de vanidad, pensé, sí, y tengo que confesarte abiertamente, este viene a felicitarme.
¡ Vaya psicología la mía !
Se me acerca en aquella mañana estival, cuando la calor ya empieza a dar muestra de su existencia tan peculiar y su saludo no fue otro que el de:
"¡ Qué feliz idea habéis tenido con poner tanto césped y arbolitos por aquí, ahora han venido los mosquitos y no quien pare por aquí !".
Sí, Marcela, fue el mismo que no cesaba de reclamar espacios verdes para el entorno de su habitat.
Es cierto también, que otros, sin decir nada, estarían gozando de la eterna queja de aquel.
Pero igualmente también es que la historia por repetida no deja de ser cierta. Por ejemplo, una de las pocas plazas pública de El Viso que no se hizo nunca es la que existe delante de mi hogar y vaya usted a saber el motivo de su porqué. Quizás guardaba esta una cierta similitud con la eternamente marginada calle Real de nuestro pueblo; que unos por ser la calle que era la ignoraban,, Mientras que otros, por el que no dijeran de alguna gente, le daban el mismo tratamiento, condenándola al abandono.
Sus vecinos, los de la calle, igual que los de mi plaza, siempre han estado quejosos y creo que hasta con razón, en especial por agravio comparativo y porque cuando soplaba el solano se encontraba uno albero hasta por detrás de los muebles, porque sólo servía para aparcamiento en los días de nuestra Cruz y para que los pequeños hicieran su hoguerita en las vísperas de la Inmaculada. Demasiado poco, ¿verdad?
Y te confieso, Marcela, que en ambos casos sus vecinos se quejaban con razón.
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