22 .- ¡ BUENOS DÍAS, MARCELA ! ( II )
( Hablar de cosas de mi pueblo )
En estos días la música se viste de seriedad, porque los acontecimientos así lo requieren, y s mezclara con la palabra, también trascendente, de su vocero mayor, que y a también los hay de menor entidad y de particulares, y con la otra palabra, la cantada, que tiene mucho de arte, de oración y por qué no decirlo, de espectáculo, que a estas alturas ya nada se libra de ello.
Y la PASIÓN, "leif motiv" de toda la Cuaresma, que se nos leerá por entregas, como por fascículos, por su misma grandeza, domingo tras domingo, hasta la otra explosión de júbilo, de una RESURRECCIÓN que no se celebra tanto, otro eufemismo, como todo lo que supone dolor y muerte, y que se nos sintetizaba el otro día en la Casa de la Cultura por un grupo de actores, que sin ser profesionales, sentían lo que hacían o hacían lo que sentían, que en esta ocasión el orden da igual, y para dar color, que calor ya lo pusieron en su actuación, a la Casa de Dios, que también podía ser la nuestra.
Y todo ello con algo tan peculiar por nuestra tierra, porque aquí pasamos del llanto a la risa con la misma facilidad con que los futbolistas con sus caídas simulan un penalty, aunque luego si son sinceros tengan que entonar su "mea culpa" hasta públicamente - pero que le quiten lo bailao -, como es el caso de que entre tanta seriedad se nos cuele el duendecillo de las sevillanas y del aleteo de los volantes de las telas con lunares o de alguna que otra palma bien acompasada; cosa disculpable por cierto, por aquello de no pretender quitar el sitio a nadie ni a nada, ya que el suyo pronto lo tendrán; sino por lo de ser sólo un "probá".
Que aquí todo se entremezcla tanto, que no cuesta nada sentirse con la piel de gallina entre el incienso y la buena saeta, que llorar de alegría por lo bien que cana y baila la niña, que cada vez hay más.
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