¡ BUENOS DÍAS, MARCELA ! ( I )
( Los del Patronato Albaicín en sus comienzos )
¡ Buenos días, MARCELA !
Otra vez me tienes aquí en las puertas de otra semana que se nos acaba. Nada, que lo mío es algo obsesivo, porque con lo poco que me gusta tanta limitación, no me escapo de ellos ni en siete días. Y como el año pasado al Ayuntamiento le sale un competidor, o él mismo quizás, porque sólo se trata de un cambio de un nombre por otro. Claro que hay cosas que no se entienden, porque otra cuestión sería si nuestros munícipes no organizaran el Día del Árbol. Por ello me viene a la memoria aquella anécdota de la madre que tanto quería a su hijo y tan segura estaba de su verdad, que cuando el muchachito apareció durante un desfile en su servicio militar en una foto con el paso cambiado, y además él solito, su madre, sin querer dar su brazo a torcer, que era demasiado para ella, salió con aquello de que su criatura iba estupendamente, como marcaban las normas, y que era el resto de la compañía, en su conjunto, los que llevaban el paso cambiado; por supuesto con relación a su muy querido hijo.
Pues claro que llevaba razón su querida madre al decir que no iban los demás soldados con el mismo paso de su amado hijo; pero de esto a estar o no equivocado, la diferencia es notable.
Pero no, Marcela, yo no te quería hablar hoy de árboles, y no porque crea que no son necesarios los plante quien los plante, con razón o sin ella, con amor o por obligación, por gusto y le venía en gana o por política; sino que pensaba hablarte de personas a las que quiero de verdad y que dentro de unas horas, si el tiempo no lo impide, que Dios no lo quiera, se van a convertir en protagonistas indirectos de una historia, que por repetida, no va dejar de ser interesante y hasta mucho más necesaria que todas las arboledas del mundo.
Mira, Marcela, cuando ejercí de mandatario en este querido pueblo, porque así lo quiso una buena mayoría de sus habitantes, tuve momentos muy duros, por qué no decirlo, y otros que me llevaron a la felicidad. Entre estos últimos, ninguno olvidaré, porque en muchos de ellos estaban unos personajitos muy importantes, por lo menos para mí, y que te conste que el diminutivo al hablar de ellos es debido al cariño que sentía hacia los mismos, nada peyorativo, Dios me guarde, y menos con ellos.
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