12 .- ¡ BUENOS DÍAS, MARCELA ! ( II )
( De Romería )
¡ Buenos días, MARCELA !
Y qué decir, Marcela, de la calle, de los pacientes curiosos que ven pasar el cortejo variopinto, para posteriormente y con vehículos de tracción mecánica desplazarse a los molinos de Alcaudete, a su pequeña ermita, para aprovechar la ocasión y satisfacerse con el buen yantar y alegrarse sin medida con los caldos propios de la tierra, que nunca faltan y la cervecita bien fresca, entre cantos, risas, chascarrillos y la conversación festiva y y divertida, que todo no va ser laborar.
O el paso lento y majestuoso del Simpecado, que para los marianos es el quid de la cuestión y que curiosamente, que todo hay que contarlo, pasa casi desapercibido para la mayoría.
Las campanas repicando desde altas horas mañaneras y los inevitables cohetes que hacen retumbar nuestros tímpanos, porque no puede haber Romería sin estos escandalosos voceros.
Y este año, paciencia, mucha paciencia, más paciencia que nunca.
Yo, y sin ánimo de molestar a nadie, sin entender ni atender a rumores de boicot, de rencillas fraternas impropias de hombres y mujeres tan cercanas al Creador y a su celebrada Madre, ni siquiera a un circuito o ruta impropio de una Jira de esta naturaleza, ni a la cantidad de la que hablaba antes, ni a la peculiaridad de los visueños, que son como son, ni a la transformación que sufren todos o casi todos los que montan a la grupa de una caballería lujosamente ataviada o sobre sufrido y maltrecho rocín..., pienso que en este año la perfección de la desorganización alcanzó su culmen. No se puede pedir más de esto último y sálvese quien pueda, de ahí que yo le haya puesto el calificativo de perfecta.
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