20 .- AÑORANZA SÉPTIMA ( II )
"Pobres los hombres que, despiertos, no son capaces de soñar"
Sumido en un extraño éxtasis,
navegué, cauto y despierto,
sobre un barco de papel
por los mares del silencio,
y sus calladas resacas,
émulas de recios vientos,
arrastraron mis sentidos
a inquietas aguas adentro,
en donde las fantasías
y los hechos verdaderos
visten los mismos tejidos,
calzan zapatos parejos.
Sobre imaginadas aguas
de azules, color de cielo,
nadé junto a los delfines,
describí gráciles vuelos,
dibujé espumas de plata
y estelas de húmedo acero.
Con la suma levedad
de los indómitos cuerpos
surqué mil ignotos mares
sobre cansinos veleros
y sentí sobre mi piel
las sonrisas de los vientos,
sus lamentos y ronquidos
que, por la mar, andan sueltos.
Volé con albas gaviotas
sobre un orillar inmenso
gozando la ingravidez
de muchos seres etéreos
y lancé sobre las olas
mil y un guardados secretos
que, al contacto con las aguas,
en peces se convirtieron.
navegué, cauto y despierto,
sobre un barco de papel
por los mares del silencio,
y sus calladas resacas,
émulas de recios vientos,
arrastraron mis sentidos
a inquietas aguas adentro,
en donde las fantasías
y los hechos verdaderos
visten los mismos tejidos,
calzan zapatos parejos.
Sobre imaginadas aguas
de azules, color de cielo,
nadé junto a los delfines,
describí gráciles vuelos,
dibujé espumas de plata
y estelas de húmedo acero.
Con la suma levedad
de los indómitos cuerpos
surqué mil ignotos mares
sobre cansinos veleros
y sentí sobre mi piel
las sonrisas de los vientos,
sus lamentos y ronquidos
que, por la mar, andan sueltos.
Volé con albas gaviotas
sobre un orillar inmenso
gozando la ingravidez
de muchos seres etéreos
y lancé sobre las olas
mil y un guardados secretos
que, al contacto con las aguas,
en peces se convirtieron.
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