310 .- ECOS DE UNA ROMERÍA, LA DE SANTA MARÍA DEL ALCOR
8 .- EL CAMINO (LA IDA)
En la víspera esperada,
crisol de prontos encuentros,
la oscura y ladina noche
juega a saquear los sueños
y a donar largas vigilias
a romeras y romeros
La noche vaga despacio,
marcando unos pasos lentos,
retiene el amanecer,
esconde sus grandes miedos.
Siempre le ocurre lo mismo
al comenzar el cortejo,
teme que las imprudencias,
y algunos que otros excesos,
quiebren alegre vivir
de romeras o romeros.
Un primerizo cohete,
émulo de ronco trueno,
ilumina oscura noche,
abre las puertas del cielo,
enciende amores dormidos,
despierta los sentimientos;
y todos, a la par, sienten
que ya es llegado el momento
de hacer el grato camino,
con placer y gran contento,
hacia una señera ermita,
receptora de los sueños,
de las glorias, de los vítores,
de los cantos, de los rezos,
de las ocultas promesas
de romeras y romeros.
Los cohetes se suceden
en canto de bronco acento,
convertidos, en los aires,
en frágiles pregoneros,
en llamadores furtivos,
en aldabones de truenos,
encargados de anunciar
inicio de gran festejo.
Creyentes y no creyentes,
henchidos de amores prietos,
comparten ricos aromas
y sagrados alimentos;
beben aguas recogidas
en las fuentes del respeto
y viven con sumo deleite
la gran misa de romeros.
Para hacer bien el camino
todos andan bien pertrecho.
Los caminantes de a pie,
ropa y calzados ligeros,
un bastón de fuerte caña
coronada de romero,
y para la sed calmar
jarrillo de lata fresco,
que tampoco ha de faltar.
crisol de prontos encuentros,
la oscura y ladina noche
juega a saquear los sueños
y a donar largas vigilias
a romeras y romeros
La noche vaga despacio,
marcando unos pasos lentos,
retiene el amanecer,
esconde sus grandes miedos.
Siempre le ocurre lo mismo
al comenzar el cortejo,
teme que las imprudencias,
y algunos que otros excesos,
quiebren alegre vivir
de romeras o romeros.
Un primerizo cohete,
émulo de ronco trueno,
ilumina oscura noche,
abre las puertas del cielo,
enciende amores dormidos,
despierta los sentimientos;
y todos, a la par, sienten
que ya es llegado el momento
de hacer el grato camino,
con placer y gran contento,
hacia una señera ermita,
receptora de los sueños,
de las glorias, de los vítores,
de los cantos, de los rezos,
de las ocultas promesas
de romeras y romeros.
Los cohetes se suceden
en canto de bronco acento,
convertidos, en los aires,
en frágiles pregoneros,
en llamadores furtivos,
en aldabones de truenos,
encargados de anunciar
inicio de gran festejo.
Creyentes y no creyentes,
henchidos de amores prietos,
comparten ricos aromas
y sagrados alimentos;
beben aguas recogidas
en las fuentes del respeto
y viven con sumo deleite
la gran misa de romeros.
Para hacer bien el camino
todos andan bien pertrecho.
Los caminantes de a pie,
ropa y calzados ligeros,
un bastón de fuerte caña
coronada de romero,
y para la sed calmar
jarrillo de lata fresco,
que tampoco ha de faltar.
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