248 .- EL INVENTO DE LAS MAREAS
CAPÍTULO TERCERO
Nereo no aguanta más
tan tremenda impertinencia
y la expulsa del lugar
como si su hija no fuera,
con muy destempladas voces
que usaba por vez primera,
dichas con solemnidad
para que todos le oyeran.
Dóride muy sorprendida,
cabizbaja de allí se aleja
y ni siquiera se atreve
a girarle su cabeza,
marcha cariacontecida
por no esperar tal respuesta,
sumergiéndose en la mar,
y en su dominio se encierra.
Como amén de terca es lista
pronto piensa en otra treta,
convencida de que el éxito
esta vez será para ella.
Ya no se oyen bellos cantos,
los que antes brotaban de ella,
cuando la calma era chicha
en noches de luna llena.
Sólo se escuchan gemidos,
lamentos de muy hondas penas,
que el viento va repartiendo
por el mar y por la tierra,
como si presagio de mal
para los vivientes fuera.
Ya no aparece exultante
en rocas de la ribera,
para secar bajo el sol
su bien dorada melena,
para mostrar sus encantos
al que por azar la viera.
Costa Ballena, 12 de Agosto de 2024
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