221 .- EL FABRICANTE DE SUEÑOS
CAPÍTULO CUARTO
Armándome de valor
en aquel templo penetro
y ante la Virgen del Puerto,
que es la madre que más quiero,
promesa difícil hago
si un día la veo de nuevo,
dejaré mi triste vida
y me enclaustraré en convento.
es enorme su silencio,
envidian de buena gana
el no poder tener sueños.
No pude cumplir promesa
ni volví a ver a mi lucero,
porque fuerte golpes daban
en puertas de mi aposento,
que pronto me despertaron,
dejándome bien despierto.
Las damas allí reunidas,
todas, fruncieron su ceño,
al no poder descubrir
desenlace de aquel sueño,
mas ellas se encargarían
de difundir por el pueblo
que debía intentar algo,
para al dormir, tener sueños.
Dificultad, ninguna hubo
para llegar a un acuerdo,
todos aceptaron pronto
que el pariente del barquero
y se convirtiera en maestro,
para acabar con problema
que desde antaño tuvieron,
para que en el dormir fuera
su fabricante de sueños.
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