171 .- EL MEJOR VENDEDOR DEL MUNDO MUNDIAL
CAPITULO TERCERO
Como era natural, cada
mochuelo volvió a su olivo,
olvidándose unos días
de los méritos contraídos
por aquellos personajes
que buscan mutar destinos,
al conseguir aquel año
ser vendedor distinguido,
dedicándose cada uno,
porque son bastante ricos,
a no hacer nada importante,
sólo a pasarlo bien lindo,
a disfrutar de la vida
saciando sus apetitos,
gozando de mil manjares
regados con buenos vinos,
sin olvidar los carnales,
de los que son redimidos
por sus más que nobles dádivas
en sus misas de domingos,
o en el sabbat tan festivo
de aquellos que son rabinos,
o por no olvidar el rezo,
muchas veces al día, cinco,
de los otros que proceden
de tierras de moritos.
Pasada ya la semana,
que se fue como un respingo,
congréganse en Sanedrín
elegido, en el mismo sitio,
buscan refugio y paz
en la sierra y entre pino,
bien cerquita de Madrid
en un coqueto hotelito,
que cuenta con más estrellas
que las del cielo infinito.
Allí no falta de nada
que por haber, hay un grifo
con agua muy milagrosa
que con tan sólo un buchito
cúranse todos los males
y hasta el mal del sambito.
Andan los tres aspirantes
como flanes, nerviositos,
esperando con temblores
que pronto sean requeridos,
para acabar con la angustia
del incierto veredicto.
Aquel marciano, entra y sale
cien veces, en el servicio.
todo el zumo de un gran tilo.
Y le dio por mucho reír
al pobre de Topolino,
reía, reía y reía, sin freno,
enseñando sus colmillos,
llora de la misma risa,
lágrimas de cocodrilos,
extrañando al tribunal,
porque no tiene motivos
para el llanto ni la risa
hasta saber su real sino.
El Viso del Alcor, 9 de Mayo de 2024
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