martes, 5 de marzo de 2024

VIVENCIAS DE UN AÑO MÍTICO, 1992

 
MARTES, DÍA 12 DE MAYO

¡QUÉ CALOR!

                    Ya he vivido en más de una ocasión de estar introducido en un vuelco de las estaciones; hasta tal punto, que ya no se puede hablar como antaño del "febrerillo loco", pues es casi  todos los meses hay desajustes claros, como queriéndonos avisar que algo pasa.
                    Las tres primeras ferias de esta zona escaparon sin agua, que no es poco; pero al calor terrible de la vecina Mairena, siguieron días de molestos "solanos" en la capital y algo de fresco en la nuestra, sobre todo, en la anochecida. Sin embargo, hoy el día ha caído como plomo, y las pocas gotas de agua que nos acompañaron han contribuido a que aún sea mayor este calor más propio del verano.
                    Porque los calores son distintos; no es lo mismo el que tienes la sensación de que te quema, pero del que reguardas en el alivio de la sombra y lo soportas, que el que te metas donde te metas, siempre te acompaña y además como pegajoso por la humedad del ambiente; ni aquel otro que te agobia y te invita a la modorra, a buscar la siesta, exigiéndote que te muevas, que te alteres para no caer en el sopor de sus redes. Por todo esto, los parvulitos por la tarde se duermen en sus aulas ya sin timidez; así como los mayores, están permanentemente alborotando en su horario vespertino.
                    Ya se oye al cruzarte con alguien el saludo de "¡Vaya calor!", que reemplaza al clásico adiós, o por estas tierras y si se trata de mayores, el no menos habitual de "¡Vaya usted con Dios, Don José1".
                    Sinceramente, la verdad que ya puede decirse es que llegaron y no a traición, las calores nuestras, de estos rincones. Y sólo desear que el verano nos coja confesados, porque entre estas y la ausencia de agua, buena nos espera.

 

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