lunes, 5 de febrero de 2024

VIVENCIAS DE UN AÑO MÍTICO, 1992

 
JUEVES, DÍA 16 DE ABRIL

LOS PREPARATIVOS

                    Pasaron toda la mañana probándose prendas de vestir; incluso la madre tuvo que planchar, acortar mangas, pegar algún botón; por mi parte, hice yo algunos nudos de corbatas, y al final salieron como siempre. Son fiestas en las que aparecen, como moda y entrada en la adolescencia, los primeros trajes, las chaquetas oscuras y las corbatas; es como el intento tímido de deja la niñez y de convertirse en casi hombre.
                   Hay que estar despierto toda la noche si es posible, de acompañar a la Virgen del Rosario, de ver salir a La Piedad y recogerla también y algunos hasta se atreven a empalmar despierto la salida del Nazareno. Es tiempo de ver amanecer, de tomar los churros y el pepito de pringa, mezclando bebidas que terminan por llevarte al retrete. Los ojos enrojecen, los semblantes se paran reflejando cansancio, los pies no los sientes y los costaleros, la mayoría chavalines, se juntan, los que terminan con los que van a salir, cosa que se les notas en las alpargatas, aún sin pisar el suelo, sonrientes y sin el cansancio de los que ya hicieron su dura tarea.
                    Las niñas han perdido, como se diría por otras tierra, la color, porque ya también trasnochan en esta jornada del Jueves al Viernes Santo. Las cafeterías cierran más tarde de lo habitual, al igual que mucha gente menuda que alargan igualmente su vigilia y en el silencio de la noche no cesan los tambores y trompetas, cuyos sonidos el aire los extiende por doquier.


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