VIVENCIAS DE UN AÑO MÍTICO, 1992

 

MARTES, DÍA 21 DE ABRIL

CUANDO LA TRAGEDIA SE HACE INCOMPRENSIBLE

                    Guadalajara, la de Jalisco, explosionó en uno de sus barrios más poblados y la tragedia se hizo notable. Muchos muertos y más heridos graves, las viviendas destruidas superan el millar, un sorprendente socavón de más de cuatro meros de profundidad... Y al arecer, todo debido a la mano dl hombre, al arrojar líquidos productores de gases a las cloacas de desagües. Fuertes olores alarmaron a la población de la zona; ¿desde cuándo estarían vertiendo el veneno? Y lo más triste es que se recomendaba a sus habitantes, según me pareció oír, que abrieran las ventanas de sus hogares.

                    Como consecuencia de esta tragedia las autoridades locales dimiten y uno se pregunta si se investigará a fondo este desastre; pero quién ya devolverá a las victimas sus vidas, una verdadera pena. Más de cuatro mil personas han quedado sin hogar, amén de a seres queridos.

                    Y es que es el propio hombre se convierte en el  mayor de él mismo, y la gravedad se acentúa con su proceder, no ya movido por un instinto animal o de conservación, y en vez de colaborar con el equilibrio de la naturaleza, la destroza a conciencia y movido por intereses principalmente económicos.

                    Pedir responsabilidad ahora a los causantes de tanto daño, para muchos ya no sirve.

                    En el Pabellón de Méjico su bandera ondeará a media asta y difícil lo tienen los que se ven obligados a seguir su vida, la programada y rutinaria, y más aún con la incertidumbre de los efectos reales de la tragedia, porque es demasiado pronto para su evaluación definitiva.

                    Y no sabe uno con qué imágenes quedarse para reflejarlas en este papel de mi agenda; pues en mi caso, la EXPO92 y Sevilla parecen eliminar todo lo demás. Hoy, el alcalde de Sevilla, que ahora esta ciudad tiene alcalde, entregaba las llaves de la ciudad al Rey, en la celebración de la restauración del Ayuntamiento, convirtiéndose en protagonista del acto, sin que los que todos sabemos, pudieran evitarlo.