domingo, 24 de diciembre de 2023

OTRO VEINTICUATRO DE DICIEMBRE

¿VALIÓ LA PENA?

        En un venturoso establo.
pasado ya dos milenios,
dicen que nació un Infante,
Rey de la Tierra y del Cielo.

        El Niño lloró en la cuna.
Sabe que, como un cordero,
ha de ser sacrificado 
cuando le llegue su tiempo,
para redimir al hombre
de sus pecados terrenos.

        No sé si valió la pena
su glorioso Nacimiento,
ni si su muerte fue, 
para los hombres, remedio
a su necio proceder,
a su proceder perverso.

        Celebrar es poca cosa,
olvidar es algo viejo,
confundir es renegar
de los buenos sentimientos,
y mezclar, en sacos rotos,
lo mundano y lo eterno.
Por eso, en la Nochebuena,
galopan por mi cerebro,
como potros desbocados,
cien dudas, mil titubeos, 
que asolan mi pobre alma
y roen mis pensamientos,
hundiéndome en la miseria
de los hombres más incrédulos.

        Con silente inconformismo
lanzo preguntas al viento:
¿Valió la pena nacer,
Niño Jesús de mis versos?
¿Valió la pena morir,
por los hombres de mis versos?

                    Este poema, escrito hace una veintena de años, no ha perdido vigencia; entre otras cosas, porque nos han hurtado el verdadero "Espíritu de la Navidad", con tantas lucecitas de colores, con esa pugna entre algunos gobernantes de lucir el árbol más alto en sus ciudades, con la dificultad de encontrar mesa en restaurantes para comidas de empresas o de amigos, con un consumismo brutal frente a la real pobreza extrema instalada cada vez más en todos los rincones del mundo, no sólo ya en la África Negra, ni en América Látina, sino en las mismas puertas de nuestros hogares...

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