41 .- GRATITUD
En la Melilla de siempre,
mora,
judía y cristiana,
desempolvaste hace días,
ahíto de negra rabia,
raigones de negra muerte,
la gran muerte de Granada,
de sus horas, de sus días,
de la flor de la albahaca,
Guardaste tu blanca pena,
tras unas firmes palabras,
palabras comprometidas,
palabras de sangre grana,
volátiles criaturitas
pregoneras de alba plata,
enemigas del olvido,
amantes de la esperanza.
Desgranaste poco a poco,
del gran Federico, su alma,
sus horas y sus amores,
la magia de su palabra,
la crónica rediviva
de fiera muerte anunciada,
los vientos de las envidias,
las sinrazones humanas
y el moho irreconciliable
de las dos pobres España.
Y descifraste las claves
de aquellas horas malayas
y, al tiempo, nos regalaste
envuelta en docta palabra,
homenaje al gran poeta
del romancero y las nanas,
del rano y la verde luna,
de cancioneros y dramas,
de títeres, de guiñoles
y de una ilustre Barraca.
Termino osado poema,
hijo de la madrugada,
con un insómnico grito:
¡Gracias, compañero, gracias!
desempolvaste hace días,
ahíto de negra rabia,
raigones de negra muerte,
la gran muerte de Granada,
de sus horas, de sus días,
de la flor de la albahaca,
tras unas firmes palabras,
palabras comprometidas,
palabras de sangre grana,
volátiles criaturitas
pregoneras de alba plata,
enemigas del olvido,
amantes de la esperanza.
del gran Federico, su alma,
sus horas y sus amores,
la magia de su palabra,
la crónica rediviva
de fiera muerte anunciada,
los vientos de las envidias,
las sinrazones humanas
y el moho irreconciliable
de las dos pobres España.
de aquellas horas malayas
y, al tiempo, nos regalaste
envuelta en docta palabra,
homenaje al gran poeta
del romancero y las nanas,
del rano y la verde luna,
de cancioneros y dramas,
de títeres, de guiñoles
y de una ilustre Barraca.
hijo de la madrugada,
con un insómnico grito:
¡Gracias, compañero, gracias!

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