VIERNES, DÍA 17 DE ENERO
¡ QUÉ DIFÍCIL !
Esta reflexión me la hice en más de una ocasión y esto plenamente convencido que no será la última; no es otra que la experimentar lo difícil que resulta educar a los hijos.
No voy por el sendero de buscar culpables, porque creo que cuando algo no funciona como uno desea, todos tenemos un racimo de culpabilidad y en especial nosotros, los padres; pues cada vez encuentro mayores dificultades en esta noble tarea.
Hoy tenían un examen y al terminar el mismo, en lugar de regresar a casa, se marcharon al "Lechuga", bar del que hablaré algún día por sus peculiaridades, y volvieron al hogar pasadas las cuatro y media. Lógicamente había que pedir alguna explicación, además de interesarse uno por el resultado del examen, digo yo, y poco éxito tuvimos. Ni el ejercicio lo hicieron bien, ni pudimos aclarar nada.
¡Cómo ellos iban a matarse estudiando! Las voces acompañaron sus sinrazones; una intervención poco afortunada, pero no exenta de razón, al poner como ejemplo a cualquiera, hizo saltar la chispa y nuestro hijo mayor. Jose, se metió en el ajo al sentirse ofendido y el "dulce hogar" volvió a ser un auténtico "infierno", o lo que entendamos como algo parecido.
Después de la bronca uno se siente afectado, pero no ocurre nada. Uno de ellos se encierra en su cuarto, pero cuando llega la hora de entrenar, rompe sus promesas. Otro, como si nada hubiera pasado, al llegar uno de sus amigos, se marcha de casa antes que otros días. Por la noche salen y con buenas caras nos piden dinero..., y se lo damos, para que no piensen que somos unos padres egoístas e incomprensivos, volviendo a las dos y media de la madrugada...
Y mientras tanto, uno está más confundido y despistado que un pulpo en un garaje.
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