viernes, 29 de septiembre de 2023

VIVENCIAS DE UN AÑO MÍTICO, 1992

     
                    Todos los Años Nuevos tienen su víspera conveniente, en el 31 de diciembre de su antecesor, que se encargará, lógicamente, de la despedida del suyo y el deseo de toda clase de venturas para el que vendrá, con algo de complejillo, por aquello de ser su sucesor un año importante y señalado en la historia de nuestro país.
                    Y es que por muy bonito que nos parezca el número, siendo cifra capicúa, 1991, queda eclipsado ante este "92" que se nos avecina y que muchísimos lo han convertido en mágico.


                    Cuando nos anunciaron, primero con una cierta timidez, con sólo la vestidura de deseo y propuesta, y después a bombo y platillo, lo que iba a contribuir a su magia, sinceramente que nos pareció lejano. Hasta algunos se nos fueron en esta espera. El tiempo, igual que el hombre, se pasa y no cesa esa constante mutación del hoy en ayer y el futuro, cuando los delimitan acontecimientos de estas magnitudes y se nos muere con las mismas prisas.
                    Ya tenemos al alcance de la mano el "92", el año para el que todo se ha dejado. El año que sirvió para las grandes obras y no menos monumentales negocios. El año del recuerdo factuoso y del encuentro olímpico en nuestra proximidad geográfica. El año de moda país y de nuestro asome al mundo entero, y muchas cosas más que trataré de ir recogiendo en este pequeño y osado manual.
                    El que se nos va fue otro más de tantos otros, con esa mezcla de lo agridulce que puede caracterizar a un hombre cualquiera, que no pierde su contacto con la vida pública, capaz de deparar, al igual que la profesión ejercida con ilusión y entrega, o la misma familia, momentos de felicidad, otros de amargura y en su mayoría, un continuo paso de días monótonos y rutinarios.


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