sábado, 16 de septiembre de 2023

RETAZOS DE UN AÑO, 1989, DÍA A DÍA

 
Martes, día 26 de Diciembre

                    FUSILARON A LOS TIRANOS RUMANOS. CUANDO FALTA LA MUJER EN CASA. y AL FINAL ME DICEN QUE MURIÓ

                    Fernando Morán, exministro, declaraba el otro día en una entrevista  con Teresa Campos, que el futuro de Ceaucescu es que acabaría en poco tiempo colgado, y como creo que tienen más noticias que los simples mortales, en poco se equivocó.
                    Después de un juicio sumarísimo, él y muchos de sus cómplices fueron acusados de un cúmulo de crímenes y atrocidades, de ahí de no incorporarse a la línea de Gobachov y tratar de mantener violentamente sus privilegios, incluso a costa de originar, como ha ocurrido, una terrible guerra civil en su país.
                    Y ahora el mundo se da cuenta de lo que encierran este tipo de dictaduras, que afortunadamente, como en este caso, ha desaparecido en poquísimos días, como aquello de ser vista y no vista.


                    ¡Qué desastre, se pone enferma la mujer y esto de la casa no marcha! Distinto si fuera el hombre el que cayera malo y que conste que no me lleva a estas manifestaciones  mi sentido de que el lugar de las faenas de la casa debe ser ocupado exclusivamente por ellas; sino que en la realidad que nos ha tocado vivir, nos guste o no nos guste, y que con la modernidad va cambiando afortunadamente.
                    Me avisaron al Ayuntamiento y tuve que regresar a casa y suspender algunas reuniones; también tuve que recurrir al médico de la casa, nuestro querido Teo, para que la viera y le mandara algo. De la comida mejor no hablar, fue una auténtica calamidad, por mi absoluta ineptitud en esta faceta. Lo dicho al principio y reiterado al final: ¡Un verdadero desastre!


                    Me quede sorprendido cuando me lo anunciaron. Hemos estado negociando con él y los suyos casi un año y no fue posible el acuerdo; siempre mendigando por su parte, sin necesidad; siempre pidiendo caridad y nunca justicia; creía que tenía un valor importante lo que defendía, lo suyo, y al final se quedó sin nada.
                    Cuando estaba a punto de vender su finca, acabándose el expediente de expropiación, lo que le expropiaron fue su vida. Su hijo seguro que la venderá más aprisa, Y es que la muerte no perdona, aunque uno sea médico y se llame Martín Vázquez; mi deseo sincero ahora es que llegada su hora descanse en paz.


                    

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