DÍA 2 DE ENERO, MARTES
HAY ALGUNOS QUE MERECEN PALOS
Desprenderse uno de golosinas caducadas y retirarlas del comercio parece algo lleno de lógica y razonable al tiempo. Ahora bien, arrojarlas en un rincón cualquiera frente a la puerta de un vecino y tratar de hacerlas arder con un colchón viejo, parece algo más grave e irresponsable. Y si las golosinas luego son repartidas, quizás por los propios niños, por toda la barriada, permitiendo que otros menores puedan ingerirlas, dada su corta edad y del atractivo de las mismas, es de locura y sólo imaginable en esta bendita tierra nuestra.
Se abre el correspondiente expediente y se insta al causante de tal tropelía a que retire inmediatamente de la vía pública las mismas. El individuo asinte y pasa el tiempo sin que lo cumpla y para colmo de los colmos, cuando se decide a llevar a cabo nuestra petición no se le ocurre otra no menos desafortunada idea, que la de trasladarlas a otro lugar, lo que conlleva el aumentar el campo de riesgo,
Y así se va escribiendo esta pequeña y triste historia.
Seguro que cuando me lo encuentre un día en cualquier bar, porque eso de visitar con frecuencia tales establecimientos es su oficio, con toda la candidez del mundo me dirá que la cosa no era para tanto, que sólo se trataba de unas pocas chucherías, que las ratas tuvieron la culpa y que hasta intentó evitar todo, quemándolas en un inservible y viejo colchón que había por aquellos andurriales, y además, de que en cuanto le avisó la policía, inmediatamente llevó a cabo lo mandado en unos tres días, llevándolas a un lugar donde los niños seguro que no las encontrarían...
La verdad es que los hay...
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