Lunes, día 18 de septiembre
HASTA
LAS TRES DE LA MADRUGADA Y… ¿HASTA CUÁNDO?
Cuando nuestro índice de aceptación popular es
mayor, porque todo son parabienes: con unas fiestas patronales sonadas, con
obras del agrado del pueblo en su mayoría, con recepciones de agrado tanto en
las chocolatadas como en los potajes, con la aparición en la prensa de la
subasta de las obras del Centro de Salud, con importantes acciones en cuanto a
la droga, etc., etc.; nosotros movidos por el morbo de la autocrítica y de un
nivel de exigencias que raya en lo masoquista, parece que queremos
autodestruirnos.
Y yo vuelvo a preguntarme: Así,
hasta cuándo.
En cuanto se insinúa lo más mínimo
acerca del otro, comienzan los ataques descontrolados hacia los demás y
comienza el bombardeo autodefensivo y caiga quien caiga. Aparecen escondidos
temores, complejos por los errores cometidos, recelos innecesarios y sobre
todo, un exceso de escrupulosidad en el quehacer cotidiano, como si todo lo que
se respira en la calle fuera fruto del azar y no del trabajo llevado a cabo.
Perdemos los nervios con excesiva facilidad y la comunicación no es nada
agradable; resultando por el contrario y cada vez más, hasta rayando con la
violencia verbal e imposible; habiendo perdido el sentido práctico y efectista
de las muchas horas dedicadas a estas reuniones que vamos a terminar por
odiarlas.
Vuelvo a preguntarme: ¿Hasta cuándo
vamos a estar atados en las redes de este error?
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