Miércoles, día 26 de julio
UN
PULSO GENERACIONAL
La historia no será nueva. Todo
empezó por el absurdo sentido de la propiedad, del egoísmo para ser más claro,
de mi hijo mayor, que niega a su hermano, uno de los mellis, que incluso toque
un balón que dice es exclusivamente suyo; cosa nada nueva entre chavales. Lo
peor es que de aquí se pasa a la discusión entre hermanos y al poco, a las
manos y entra en acción la madre, que estando hasta la coronilla de estas
acciones y otras más, desbordan su mal humor y por la vía más rápida, con
bofetada incluida, pone fin y se acabó.
Pero el remedio no da resultado y da
paso, eso sí, a otra historia, tampoco nada nueva, que es la del pulso entre el
joven, que pretende ser adulto y demuestra su inmadurez, contra sus mayores,
que se ven desconcertados. Es el segundo día que se niega a comer, aguantando
el chaparrón de improperios paternos y de amenazas, encerrándose en su tozudez
y encontrándose como nosotros, creo yo,
sin saber cómo salir de esto, porque dar su brazo a torcer le resulta ya ridículo
y humillante, lo mismo que no puede mantener esta situación.
En definitiva, uno piensa que difícil resulta educar a un hijo, casos como este demuestran también el fracaso de algunos padres para formarlos y entre estos me encuentro yo a veces.
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