Viernes, día 21 de julio
LOS
ELEGANTES
La movida juvenil es imprevisible y desconcertante, amén de rebelde y una de las facetas donde puede verse esto, además de en el vestir, en el pelo, en el lenguaje y otros, es en el aspecto musical. Hoy proliferan conjuntos, como en otras épocas, pero con la diferencia de que los nombres escogidos ahora son únicos y que podrían llenar para ellos las antologías de la originalidad y para nosotros, totalmente desconectados, las del mal gusto. Veamos algunos ejemplos: No me pises que llevo chanclas, representantes del agropop, Círculo vicioso, los Trogloditas con Loquillo, Toreros muertos, etc. etc. Sin embargo, no sólo se quedan en los nombres, que como aquello de tal palo tal astilla, traspasa a las letras de sus composiciones, con cúmulo de repeticiones sin sentido muchas de ellas para nosotros, como la canción de moda del verano, donde salen a la palestra los políticos de Madrid en relación con la ausencia de playa, vaya, vaya, de la capital. Su vestimenta tampoco se queda atrás, así como los accesorios y complementos que la adornan. Del asunto de su pelambrera hay de todo y lo que más sorprende es el tinglado que rodea a sus actuaciones cuando empiezan a sonar sus nombres y han recibido ya el bautismo de la televisión o se introducen en las listas de los “40 principales”. Con sonidos y ruidos que hacen temblar todas las fibras de tu cuerpo, que si consigues como hacen ellos, sintonizarlos o armonizarlos, los soportas o en caso contrario, te repelen.
En definitiva, el concierto fue un éxito para los que fueron, un fracaso económico para el Ayuntamiento, pues las previsiones de asistencia no se cumplieron en absoluto, y quizás también porque el lugar elegido fue algo cochambroso, poco comercial y de nada exitoso.
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