Lunes, día 3 de julio
ME
PARECE QUE ESTÁ CLARO
Miedo, no querer líos ni
complicidad, pueden ser causas que lleven a una familia aparentemente normal a
llegar a proteger con su silencio a un “traficante de droga”. El domingo por la
mañana me contaban con toda clase de detalles el accidente que sufre el hermano
de uno de estos. Detalles que fueron relatados por el que lo vio, que no era de
la familia, y con el añadido de los que lo presintieron.
Al día siguiente nadie de la familia
sabe nada, todo se ve envuelto en una nube de dudas y ninguno quiere declarar
en contra del “traficante” ante la autoridad, incluso insinúan que pudo ser
culpable el propio atropellado. ¿Hasta dónde vamos a llegar?
Porque si la razón es la primera,
pasaría, por aquello que se dice de que el miedo es libre. Claro que, para
algunos de los miembros de esa familia con los que hablé por teléfono, hablar
de miedo es como contarle el cuento de Caperucita, pues no les iba a despertar
ningún pavor.
La segunda también puede ser
pasable. ¿Quién va a querer meterse en líos de juzgados?, y menos aún cuando
según ellos no había pasado nada; total, una veintena de días en la cama,
varias heridas y los correspondientes dolores, no preocupa a una familia normal.
La tercera ya no es tan pasable y es la más
difícil de comprender en una familia aparentemente normal. El silencio está ahí
y desde luego, también es normal nuestra duda. ¿Qué habrá detrás de todo esto?

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