martes, 14 de marzo de 2023

RETAZOS DE UN AÑO, 1989, DÍA A DÍA

Lunes, día 3 de julio

                                        ME PARECE QUE ESTÁ CLARO

                Miedo, no querer líos ni complicidad, pueden ser causas que lleven a una familia aparentemente normal a llegar a proteger con su silencio a un “traficante de droga”. El domingo por la mañana me contaban con toda clase de detalles el accidente que sufre el hermano de uno de estos. Detalles que fueron relatados por el que lo vio, que no era de la familia, y con el añadido de los que lo presintieron.

                  Al día siguiente nadie de la familia sabe nada, todo se ve envuelto en una nube de dudas y ninguno quiere declarar en contra del “traficante” ante la autoridad, incluso insinúan que pudo ser culpable el propio atropellado. ¿Hasta dónde vamos a llegar?

                 Porque si la razón es la primera, pasaría, por aquello que se dice de que el miedo es libre. Claro que, para algunos de los miembros de esa familia con los que hablé por teléfono, hablar de miedo es como contarle el cuento de Caperucita, pues no les iba a despertar ningún pavor.

                    La segunda también puede ser pasable. ¿Quién va a querer meterse en líos de juzgados?, y menos aún cuando según ellos no había pasado nada; total, una veintena de días en la cama, varias heridas y los correspondientes dolores, no preocupa a una familia normal.

        La tercera ya no es tan pasable y es la más difícil de comprender en una familia aparentemente normal. El silencio está ahí y desde luego, también es normal nuestra duda. ¿Qué habrá detrás de todo esto?

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