Domingo, día 2 de julio
DOS
GRANDES A SEGUNDA DIVISIÓN
No soy bético ni sevillista, no
entiendo tampoco eso de que ser bético es una filosofía o incluso una manera de
entender la vida, pensado que esto es salirse del tiesto; pero los últimos
acontecimientos y todos los chorros de tintas vertidos sobre el escandaloso
resultado del partido contra el Tenerife, perdiendo por un rotundo 0-4 y la esperanza de
una remontada, me llevaron a estar pendiente de este encuentro, donde se podía
presentir la angustia de los locutores que retransmitían el mismo, que deseaban
a todas luces que se produjera el milagro y de su lucha contra el tiempo que
pasaba como tenía que pasar.
Después
fueron las imágenes en recortes, donde hubo de todo, incluso mucho ajeno
a lo deportivo, e incluso posibilidades de conseguir el sueño; pero el fútbol
es así de imprevisible, nada tiene que ver con las matemáticas y una cosa es
querer y otra el poder, sin descartar lo mucho de azar que hay en él. Una sola
cosa descubrí en la ausencia del éxito, en la falta del milagro, la grandeza de
una afición, que con el cuerpo presente de su equipo yaciente, seguía animando
a los suyos, al club verdiblanco.
Mientras en Mallorca, otro histórico se hundía
en su miseria, el Español, que de casi sorber las mieles del triunfo europeo,
con el polémico Clemente al frente y con esta temporada de por medio,
desaparece también de la liga de los grandes del fútbol nuestro.


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