325 .- EL VIEJO NARANJO
El viejo naranjo,
de mi calle vieja,
de blanco, vistió
su copa, su talle,
con el azahar,
hermoso ropaje
que, en la primavera,
en sus ramas, nace,
y con la cal blanca,
salubre y suave,
que los jardineros
de sus casas, traen.
El viejo naranjo,
de mi vieja calle,
tranquilo, se mece
con el cálido aire,
que mueve sus ramas,
que abraza su talle,
que besa sus hojas,
al caer la tarde,
llenando orgulloso
de aroma agradable,
balcones, ventanas,
portales, zaguanes,
los corazoncitos
de mi santa madre
y de mi mujer.
¿Qué dicha, qué gozo,
qué cosa más grande!
El viejo naranjo,
de mi vieja calle,
en Semana Santa,
quiere engalanarse,
para ver los Pasos
de su linda Madre,
Virgencita pura,
Dolorosa imagen,,
y del Hijo amado,
triste caminante,
Nazareno ilustre
de rostro afable,
y Crucificado,
sin ser culpable,
por un populacho,
ruin y miserable.
La vela prendida,
el cirio humeante,
la nota que escapa
por la vieja calle,
siguiendo los pasos
de la Virgen Madre,
despiertan sopor,
sueños celestiales,
cuajados de encanto,
¡Milagro insondable!
El viejo naranjo
de mi vieja calle,
descansa, se duerme,
sueña con su padre,
un naranjo viejo,
grande, inolvidable,
que le dio la vida,
su savia, su sangre,
dentro de un esqueje
de los buenos de antes,
sembrándolo pronto
en mi amada calle
donde nuevos versos
de viejos juglares,
se unen, se casan
en nuevos altares,
para recitarlos
al caer la tarde.
El Viso del Alcor, 21 de Marzo de 2023

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