Lunes, día 5 de junio
TODA LA TARDE PARA CORTARME EL PELO
Cuando era un chaval el pelado que me hacían
era a base de maquinilla y tijeras, recordando que al llegar el verano casi
sólo empleaban la primera de estas, y la navaja solamente la empleaban para las
patillas y el cuello.
El
corte de pelo no iba a ser menos y es de las cosas que más ha evolucionado.
Cualquiera se iba a lavar la cabeza antes en una peluquería y menos el secarse
el pelo como las damas… La maquinilla se ha convertido en pieza de museo y la
batalla ha sido ganada por la navaja en la actualidad, las tijeras se han
sofisticado y el jabón fue reemplazado
por la espuma y el fijador por la laca; además de que el tiempo se duplicó y no
digamos el precio, que en el pueblo ya queda casi por las mil pelas. Claro que,
esto último y las modas han conseguido igualmente que la visita a la peluquería
también se dilate en el tiempo.
Llegaría
a ella a eso de las siete de la tarde y después de una corta espera me indican
que volviera a eso de las nueve menos cuarto. Volví puntual y tras otra leve
espera, al “ruedo”. Y me dio tiempo a hojear, de pasar las hojas, el ABC, y ver
por encima algún que otro INTERVIU, de charlar con los que ahora esperan como
lo había hecho yo anteriormente y con el peluquero, al mismo tiempo que oyes la
música y los anuncios de turno de la FM.

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