Jueves, día 1 de junio
NO LES DEJAN ENTRAR EN LA DISCOTECA Y ALGUNOS
VIENEN A MI CASA
¡Qué
cosas pasan en mi pueblo, madre!
Traficantes
de droga, delincuentes habituales vienen a buscarme al Ayuntamiento y hasta a
mi propia casa para que les autorice a que entren en una discoteca o desmienta
las palabras de su dueño de que es el alcalde el que ha dado la orden de
prohibir su entrada en ella.
Madre
e hija, están llorando como almas que se las lleva el diablo. Vinculadas ambas
al negocio de la droga e incluso la menor al de la prostitución. Están
montándome la escena en la misma puerta de mi casa por tal motivo, el de no
poder entrar en la dichosa discoteca. Llegando la condenada mujer, con más
aspecto de bruja de los cuentos que de madre dolorosa, a decirme que es que la
tienen tomada con su hija, que es falso todo lo que se dice de ella y que se
van a tener que ir del pueblo.
Y sin querer brota de forma espontánea un
deseo en mi mente, el de que ojalá se cumpla esto último y cuanto más lejos
mejor.
Sigue
la enlutada señora con su retahíla, añadiendo de que todas ellas, refiriéndose
también a sus otras dos hijas, han estado en el jaleo de la droga, pero que ya
se han curado de este mal; y apoyándose en la pared, dando la impresión de
poder caerse en cualquier momento al suelo, con cara de muerta viviente, lleva
a cabo su magistral interpretación dramática.
Como si yo no conociera sus trapicheos.

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