Lunes, día 8 de mayo
CUANDO
EL PUEBLO DUERME
La suciedad ocupa todo el recinto ferial,
los papeles y las botellas salpican el albero de su suelo, los feriantes
recogen sus enseres para marchar a otras ferias, algunos caseteros desmontan
las suyas, los electricistas van recogiendo las guirnaldas, los repartidores
cargan camiones, los niños buscan tapones y farolillos; todo lo cuidado y bello
ha sido reemplazado por el abandono y lo antiestético; pero en el fondo el
silencio parece pesar sobre todo, ya que
los ruidos de los días anteriores han desaparecido, dejándonos a casi
todos con una afonía pasajera.
Y mientras la labor más desagradable
se lleva a cabo, la que sigue a la fiesta ya terminada, la mayoría del pueblo
duerme, porque es día de resaca, el tráfico apenas existe, el nublado parece
sofocar los ruidos y hasta los sonidos han desaparecido, la calle se queda sola
y las puertas están cerradas a cal y canto. Los niños ya no juegan en aquella y
los escasos transeúntes casi hablan en voz baja. Al mediodía se irá despertando
lentamente y toda la jornada terminará sin prisas, con el recuerdo de una buena
Cruz en la mayoría de los pequeños, porque ellos lo dicen sin timidez y hasta
con descaro:
¡Vaya Cruz la de este año!
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