267 LA HELADA
En una noche de enero,
rondando la madrugada,
los fríos vientos del norte,
con intenciones macabras,
han puesto sobre la Vega
una fina manta blanca,
tejida con hilos de hielo
en una rueca de escarcha.
El trigo, recién sembrado,
endechas de muerte, canta,
sabe que la parca acecha,
vestida de blanca dama,
busca quemar con su aliento
la cosecha del mañana.
Al trigo de grano joven
se le está rompiendo el alma,
pierde sus sueños de espiga,
muere su verde esperanza.
Aquella capa de armiño,
aquella sábana blanca,
aquella manta no sirve
para calentar su cara,
su frío le está quemando
su corazón, sus entrañas.
La Vega sufre silente,
como madre maltratada,
la pérdida de una cosecha
que en sus adentros guardaba.
Delira y sueña milagro
que consiga aún salvarla,
piensa que, su amante el Sol,
vendrás veloz a ayudarla.
Amanece un nuevo día
de blancura inmaculada,
el Sol mira sorprendido
aquel mar de espuma blanca,
y percibe los lamentos
de la Vega, que es su amada,
arden sus áureos rayos,
dardos, cálidas espadas,
lanzándolos, uno tras otro,
a la tierra blanqueada,
dándole a la manta de hielo,
hechuras de clara agua,
que la Vega, rauda bebe,
para apagar sus entrañas,
para alimentar al trigo,
sustento de muchas almas.
¡Mañana será otro día, hoy...
la cosecha está salvada!
El Viso del Alcor, 22 de Enero de 2023
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