Sábado, día 4 de marzo
AMIGOS
Iban a venir ayer a recoger unos certificados y lo han
hecho hoy. Hacía tiempo que no los veía. La niña mayor ha crecido mucho y la
pequeña, sin ser tan guapa como la anterior, sigue con esa carita graciosa,
salpicada de pecas y ahora mellada.
Hemos hablado de todo y sin orden ni prisas; recuerdos de
ayer convertidos en relatos de hoy, nada de futuro, pero sí de la necesidad de
ese año sabático para el magisterio que tanta falta hace al que largamente
superó ya la quincena de años de servicios.
José María está viviendo últimamente lo que yo había
experimentado con anterioridad y la historia se repite; ya ha llegado a la
soledad del directivo, cuando uno se encuentra casi en el límite de tener hasta
que barrer el colegio cuando falta una limpiadora. Lo mejor es abandonar a
tiempo o corre uno el peligro de envolverse en la dejadez, en el pasotismo
contagioso y puede llegar uno incluso hasta la renuncia de los propios
principios o hasta justificar lo injustificable.
Mari Carmen se queja casi de lo mismo y no dudo que
recuerda con agrado su magisterio en El Viso, ya que no es oro todo lo que
reluce en la capital y menos aún en determinadas zonas.
Aunque venían a recoger unos certificados, que también
podía ser una justificación, gracias por vuestra visita.
(Amigos y familiares en el 25 Aniversario del C.P. Rey Juan Carlos I. Los amigos a los que hacemos referencia en nuestra reflexión de hoy son: José María Berdondes, al fondo y a la derecha entre los hermanos Calabuig, y Mari Carmen Machío, la del vestido rojo. Y hasta podéis jugar a localizar a los demás componentes del grupo, muy queridos todos por nosotros)

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