Sábado, 14 de Julio de 218
A 314 días de las BODAS DE ORO
LA COMIDA DEL EJÉRCITO Y EL REGRESO DE LA TROPA A SUS RESPECTIVOS CUARTELES
No tendríamos puntos para pagar el trabajo realizado por nuestra particular y muy querida Rosa. Le sobrarían puntos para montarse en todos los cacharritos de las más grandes ferias. No sé de dónde saca fuerzas para desarrollar tanto trabajo; cada día me sorprende más con su capacidad organizativa, con su preocupación por todo y por todos, con su espíritu de sacrificio, con su habilidad para ocultar sus mosqueos que, en algunas ocasiones y en privado, se vuelven contra este modesto escribano.
Las despedidas a casi nadie les hacen gracias. Pero son consecuencias ineludibles del punto y final de los esperados encuentros. Los primeros que nos abandonaron fueron Diego y Silvia con su prole. Le siguieron Clemen y Estela también con sus vástagos. El apartamento empezó a echar de menos las agresiones sonoras, las correrías y las santas aglomeraciones. Al día siguiente, completaron la incruenta huida, Ángel, Esther y su (nuestro) pequeño Ángel. ¡Al fin solos! ¡Los echaremos de menos!
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