Martes, día 17 de enero
CASI SIEMPRE PEGADO A UN VASO DE FINO
No dudo de que trabaja en el campo cuando hay que
trabajar, que no serán todos los días, pues a la agricultura no le faltan días
en que la espera, unas veces forzada por la climatología y otras por el mismo
desarrollo de las cosas, es lo normal.
Pero lo que también no me causa duda es que le gusta el
mostrador y la compañía del fino en las horas más variadas e incluso
insospechadas, una veces, la mayoría solo, o con otras personas.
Nunca lo he visto bebiendo otra cosa. Claro que yo no
frecuento tanto los bares y pinichis.
Este abuso por su parte parece darle casi siempre un aire
de ausencia, de soñolencia y para tratar de disimular su estado de dependencia,
se vuelve repetitivo y cae en la pesadez de sus argumentos, contándonos sus
historietas múltiples veces en la creencia de que cada vez es la primera vez
que la cuenta.
Su nombre y su rostro, que comienza a enrojecerse, nada
importan, ya que no es un prototipo único, sino un tipo de personaje de los que
siempre abundaron y que presentan como característica general, la de su
soledad, la herencia árabe en cuanto a su “machismo” y la ausencia total de
ideales en la vida, como no sea el de atesorar bienes materiales, concretamente
fortuna, pero sin demasiado éxito.
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