SE NOS FUE UNA GRAN MUJER
Me avisó Enrique y me causó una gran impresión. No lo
esperaba. La muerte es así y aunque a veces la esperas, nunca te la esperas de
esa forma.
He llorado sin poder ni querer evitarlo. No fui excepción
para ella y siempre recibí un trato cordial de su parte, lo mismo que todos,
porque para Alcora todos éramos importantes y ella, sabiendo estar como nadie,
colocaba a cada cual en su sitio.
De sufrimiento en sus propias carnes podía dar lecciones
y las dio con el silencio de su siempre alegre resignación. De dolor físico
también pudo dar muestras y se lo guardó para sí Y hasta para morirse supo
hacerlo con la sencillez que caracterizó toda su vida, porque hasta para
morirse hay que tener categoría y lo más hermoso, sin proponérselo ni
pregonarlo jamás.
Mi recuerdo de ti siempre será grato, Alcora, y te
agradezco infinitamente la oportunidad que me diste de poder hacerte algo mío,
aun sin contar con tu autorización expresa.
Gracias, Alcora, por tu ejemplo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario