En lo cotidiano de nuestras vidas quién no ha escuchado en alguna ocasión, e incluso ha repetido en muchas, esa especie de estribillo que aparece en una de las letrillas satíricas del insigne escritor Francisco de Quevedo, de que "Poderoso Caballero es Don Dinero", denotando el gran poder que puede tener este.
Y que tiene como primera estrofa, aquella de:
"Yo, al oro me humillo.
Él es mi amante y amado,
pues de puro enamorado,
anda continuo amarillo,
que pues doblón y sencillo,
hace todo cuanto quiero.
Poderoso caballero es don Dinero."
(Témpera sobre cartulina negra)
"Que hace igual al duque y al ganadero, que al cobarde hace guerrero, que da autoridad y calidad al noble y al pordiosero y que mueve a los hombres como marionetas..."

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