Varios fueron los factores que incidieron en que se produjera el cambio de signo político de nuestro pueblo, después de dos legislaturas municipales dominadas por el Partido Comunista, y sobre todo en la segunda, donde esta agrupación visueña llegó a contar con una mayoría aplastante de once ediles. Las encuestas volvieron a fallar en aquella ocasión, pues les seguían otorgando la mayoría. Se habló entonces aquello de que el poder quema, aunque pensamos que en la mayoría de los casos lo que achicharra es la oposición; se habló igualmente de ciertos errores cometidos por los comunistas, al dar razón a aquellas palabras que aparecían en la genial obra cervantina del Hidalgo Caballero referidas a que "con la iglesia se toparon"; se comentó también que los andalucistas tuvieron la lucidez de incluir en su lista y en sitio bien destacado a la figura de Diego de los Santos, al que se le quería por múltiples razones, incluso ajenas a la política; y además de otras razones, que existieron sin duda, hubo un pequeño detalle, que casi pasó desapercibido para los analistas en aquel tiempo. como fue la aparición de una auténtica reorganización de los andalucistas y una notable ampliación de sus bases, con un número importante de ellas, que engrosaron las "Juventudes Andalucistas", que adquirirían un cierto protagonismo en 1986, levantando un modesto, pero simbólico a su tiempo, monumento, al final de la calle del Monte, nada más y nada menos que al considerado como Padre de la Patria Andaluza, Blas Infante, en las cercanías donde en su día se celebró un extraordinario mitín, con su participación y que ya comentamos al hablar de la saga de los "Titis". Como nos recuerda en su libro, Marco Antonio Campillo, un grupo de una veintena de entusiastas jóvenes, dirigido por un petit comité de cuatro miembros, el desaparecido periodista y amigo Manolo Belloso, Manuel Jesús Bonilla, el Lito, el pequeño de los citados "Titis", José Jesús y Celina, que así la conocía casi todo su mundo, Cecilia López, que se convirtiera en su compañera de viaje familiar con el paso de pocos años. Levantándose el monolito con la asistencia del hijo de Blas Infante, que perpetuó su nombre y apellido.
Habíamos conocido hacía pocos años antes a esta jovencita muy brillante, a pesar de su modestia, que por entonces andaba por los 22 añitos y estudiaba arquitectura técnica, y que hoy es la protagonista de nuestra caricatura. Conforme la vas conociendo más y mejor, descubres que a su inteligencia y creatividad, añade su enorme capacidad de trabajo; es incansable, y cuando se incorpora a la tarea política municipal, como Delegada de la Juventud, van apareciendo sus criaturas, es capaz de crear el Consejo Local de Juventud y que funcione la Oficina de Información Juvenil; lo mismo organiza conciertos para los jóvenes que realiza viajes con ellos o se preocupa de la existencia de talleres ocupacionales; recordando que jamás tiene un mal gesto con nadie...
Gracias, Celina, por poder contar contigo en aquellos pasados tiempos y por mantener en nuestros días una amistad de las de verdad.
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