A lo largo de tantos años hubo tiempo para retratar a muchos niños y jóvenes, que con el transcurrir de estos algo han cambiado, pero no en su esencia, teniendo la suerte que todos siguen guardando como tesoro preciado sus encantos de la niñez; tal es el caso de la pequeña, en el retrato de hace años, de MARINA, hija de dos buenos y entrañables amigos, a pesar de la diferencia de años que nos llevamos, vayan dos generaciones por medio nada más y nada menos, como son Mª Reyes León y Vicente Aparicio. Y nieta de dos parejas de abuelos a los que apreciamos tanto como a ellos.
Volviendo a Marina, señalar que además de muy linda es ya una adolescente que atesora en su rostro una encantadora dulzura, que ya tenía en su niñez, y que venía quizás a manifestar algo su timidez, con una mirada muy limpia. Algunas veces cuando voy a llevar a mis nietas a las clases de inglés y me cruzo con ella, es de las que me saluda con su sonrisa. Además de ser buena estudiante tiene aficiones comunes con nuestra Martina, que supongo serán de la misma edad, entre las que destaca la de la gimnasia rítmica, en la que es una campeona también; coincidiendo además de en esto, en su extraordinaria modestia, su gran sencillez, pues no suelen presumir de sus cualidades.
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