Entrega nº3
ALÍ, EL GENIO DE LA
LÁMPARA
Francisco “SIFRÉ” Pardo
Alí, el genio de la lámpara es el
protagonista más popular de los que creó el dibujante Sifré para la Editorial
Bruguera después de largo periodo por la Editorial Valenciana.
Sifré, historietista que firmaba
siempre con su primer apellido, con o sin el acento, es un dibujante
valenciano, natural de Alcira, que nació en el año 1940 y perteneciente , como
Rojas, a la Escuela Valenciana del Cómic, buenos amigos y compañeros, que también
terminaron trabajando en la competencia, en la más famosa editora de su época,
la Bruguera de Barcelona.
Muchos fueron los personajes creado por
Sifré, a saber y por citar algunos, para la revista infantil de humor
“Jaimito”, dio vida a El Dire Cocomascope, a La familia Ki-Ki-Ri-Ki, a Jipy, a
Nicanor y a Pedrusco y Pepote. Y para la revista “Pumby” creó, cuando su estilo
alcanzó una gran madurez a Boby, Peluca y El pequeño Sheriff, hacia finales de
los años 60.
A mediados de los 80, cuando la
Editorial Valenciana está en claro declive, pronosticándose su cierre, Sifré y
antes de que se produzca este hecho, compatibiliza su tarea en las dos
editoriales, siguiendo un movimiento muy similar al de su amigo Rojas. Y fue en
a barcelonesa Bruguera donde creó la serie de El Marqués Foca para la revista
DIN DAN y la que hoy traemos a nuestra ventana, la de Alí, el Genio de la
lámpara.
El crítico especializado en la materia
Pedro Porcel Torrens señaló acerca del estilo de este historietista que sus
dibujos son de una simplicidad sólo
aparente, siendo el más intencionadamente infantil de la Escuela Valenciana,
como se puede observar en sus figuras de cabeza grande y en su colorido tan
llamativo.
Alí es un niño bienhechor que en cada historieta prestaba su mágica ayuda a quien se la pidiese, así como
escarmentando a los ambiciosos villanos que se iba encontrando. Aventuras
llenas de fantasías de las mil y una noches son las suyas y que además se dejan
leer al paso de los años, teniendo en cuenta al público infantil al que iban
dirigidas. Sin menoscabo de su calidad, y por la gran capacidad de
síntesis, al saber en espacio tan pequeño contar algo que siempre nos atraía y llegaba
a interesarnos.
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