jueves, 29 de abril de 2021

QUINCE MINICUENTOS DE MI NIETA ADELA


        En este pequeño cuento de Adela su desbordante imaginación y con esa capacidad de síntesis que aflora en todos, reduciendo sus historias a poco más de un folio, es capaz de poner en contacto a una bruja de las buenas, que según ella también las hay, y además bella en esta ocasión, aunque algo presumidilla, con otro personaje de sus conocidos a los que llega a través de sus habituales lecturas de libros infantiles, como es el Gato con Botas.

         Curiosamente y como ya hemos visto en sus minicuentos ya publicados, todos comienzan con un saludo reiterativo para atraer la atención de los pequeños lectores, pero seguro que su explicación puede estar en que ella los escribe principalmente para los compañeros de su clase.

         Después vendrá el desenlace de su historia, siempre con un final feliz, que refleja el carácter positivo de esta niña desde siempre. Y concluye cada uno de ellos, con ligeras variaciones, con el clásico “Colorín, Colorado…”

 Minicuento nº 5

LA AMISTAD DE LA BRUJA CON EL GATO CON BOTAS

      Hola, chicos:

Aquella Bruja no tenía nada contra el Gato con Botas, tan sólo buscaba un espejito mágico porque era la más guapa del mundo y quería verse en él y que le dijera que era la más bonita.

         Fue la misma Bruja la que nos contó aquella historia.

         Yo comencé la búsqueda del espejito en Brujulandia, que por ser mi país fue el primero que recorrí, pero no había ninguna tienda de espejitos mágicos, ya que todas las brujas eran feas y no querían contemplar su fealdad. Pero como yo era guapa quería un espejo.

         Por esto, después me dirigí hacia Monstruolandia porque oí rumores de que en ese país existía un monstruo todo de cristal y pensé cogerle un trozo de cristal de su cuerpo para hacerme un espejo.

         Al llegar allí me encontré con la sorpresa de que no había en dicho lugar un monstruo de cristal. Vi, sin embargo, un “tiguerbersus”, que era una mezcla de tigre y tiburón. También me encontré con un monstruo con un solo ojo, otro con ocho, inclusive un tercero con cien ojos y hasta otro que tenía un millar de ojos. Como todos daban miedo escapé corriendo, pero uno de estos me devoró.

         Rápidamente, como yo era una bruja, lancé un conjuro de los fuertes para salir de aquél y así conseguí escapar.

         Seguí la búsqueda hacia el único lugar que me quedaba, que era al Bosque de la Fantasía.

         Una vez en este me encontré con el Gato con Botas y como tenía una pinta más que deliciosa me lo quería comer; pero como no tenía nada contra él, como os dije al principio, le pedí ayuda, porque yo no conocía los mapas del Bosque de la Fantasía y él que estaba siempre caminando los conocía al dedillo.

         Tanto el Gato como yo fuimos a la otra punta del país con el fin de coger el cristal para hacer el espejo. Yo, siguiendo uno de los mapas que me prestó, fui en mi escoba y él en un periquete y gracias a sus botas mágicas, llegó antes que yo.

         Cuando nos reunimos los dos yo cogí por fin el cristal y le di las gracias al famoso minino. Lo invité a que pasara una temporada conmigo en mi casa y desde entonces jugamos mucho al parchís, somos felices y a veces comemos perdices.

         Y COLORÍN, COLORINA, esta historieta que huele a trola, de verdad que no es mentira.

 

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